10 junio 2010

Vicente 'el Planchista', la rueda de oro

Mi padre me llevó un día a la Penya Ciclista Alboraia, y los dos nos apuntamos a probar esto del ciclismo. Yo era un crío de apenas 12 años que hacía 50km y cogía unas tostadas de mucho cuidado. Recuerdo una agónica vuelta desde Bétera a Valencia intentando no separarme de él, con una pájara espectacular. Me animaba, pero yo dormitaba. Eran tiempos en que experimentaba una pájara sin saber lo que era. Me arreaba unas siestas antológicas.

En la PC Alboraia había dos grupos: el A y el B. Yo me inicié en el B, con los abuelos y la gente que no quería forzar fuera por edad o por filosofía ciclista. Allí había dos hombres de avanzada edad, los cuales no sé si seguirán entre nosotros. Uno creo que se llamaba Enrique, y en cada salida volvía a casa con romero cogido de allá a dónde fuéramos, "para la paella", decía. Él iba a cola de pelotón con el matojo en los bolsillos de la espalda, tan campante. El otro era 'El Cochero', Fernando de nombre, si no recuerdo mal. Aquel hombre, ya en aquel 1990, me recordaba a mi abuelo.Tanto Enrique como 'el Cochero' siempre decían que había que volver a casa descansado, para seguir teniendo ganas de coger la bici: "Si llegas destrozado, querrás tirar la bici por un barranco", afirmaban entre risas.



Pero había un tercero: Vicente 'El Planchista'. De este hombre yo aprendí todo lo que soy ahora encima de una bicicleta. Mi padre me decía: "Esta es la rueda de oro, Rafael", y yo me pegaba a él. Nunca variaba su ritmo, siempre con su cadencia uniforme y regular, siempre sereno, dicharachero, amable, extremadamente amable y sencillo. Aquella rueda la seguí durante miles de kilómetros, hasta que aquel cuadro gris plateado que llevaba empezó a perder terreno en las subidas. Yo crecía como ciclista por la edad, y él bajaba. Sin embargo, en los momentos de incertidumbre, ante una salida exigente y larga, seguía siendo "la rueda de oro".

Vicente 'el Planchista', si no recuerdo mal, murió hace unos años minutos después de iniciar su última salida en bicicleta. Con las botas puestas. Aquella rueda de oro dejó de rodar y tanto mi padre como yo sentimos un profundo dolor por alguien sabio que nos había regalado toda su sabiduría encima de una bicicleta. También me acordé de Vicente, su hijo, el cual era también ciclista, un poco más mayor que yo. Ahora las cosas han cambiado. De momento, con 31 años, mi objetivo es aprovechar el momento e ir todo lo rápido que pueda, batallar lo que pueda y no dejar nunca que me saquen más del tiempo necesario en una cima. Pero eso es hoy, porque cuando me llegue la edad de dejar pasar a los nuevos, espero poder servirles tanto como lo hizo conmigo aquella "rueda de oro".

1 comentario:

Mary dijo...

Muy bonito, Rafeta.