El otro día, saliendo de Altea por la autopista, de repente, un ruido fuerte y continuado me asustó. Paré en el arcén primero pensando en que había pinchado, y allí estaba yo con el chaleco reflectante mirando las ruedas, y nada, el capó, y nada, los faros, y nada, y luego los bajos, y allí, arrodillado en el asfalto, vi que se le había caído una pieza, una tapa inferior, que colgaba. A 80km/h, evitando así arrastrarla y también el estruendoso ruido, llegué a un taller donde lo colocaron todo en su sitio, por cierto sin cobrarme.
Y míralo, allí solo, sabiendo que es mayor, un veterano, pero consciente de que estará un tiempo con nosotros, dando caña. Ya no le quedan tapacubos del flanco derecho, ni los plásticos de salida de aire de los frontales, ni el símbolo de Seat del morro, el embellecedor izquierdo de un antinieblas que nunca tuvo hace años que no está y por el que asoma un tubo que nadie se ha preguntado nunca de dónde viene ni para qué sirve, está lleno de rascones y además tiene la parte derecha del frontal hundida de un golpe... Pero aguantará.
Porque es de amo ciclista, de esos que sufren y que dicen que la cuesta siempre llega a su fin.
Y entonces, me vino a la cabeza la Canción del Pirata de Espronceda:
Con diez cañones por banda,
  viento en popa, a toda vela,
  no corta el mar, sino vuela
  un velero bergantín.
  Bajel pirata que llaman,
  por su bravura, El Temido,
  en todo mar conocido
  del uno al otro confín.
La luna en el mar riela
  en la lona gime el viento,
  y alza en blando movimiento
  olas de plata y azul;
  y va el capitán pirata,
  cantando alegre en la popa,
  Asia a un lado, al otro Europa,
  y allá a su frente Istambul:
Navega, velero mío
  sin temor,
  que ni enemigo navío
  ni tormenta, ni bonanza
  tu rumbo a torcer alcanza,
  ni a sujetar tu valor.
Veinte presas
  hemos hecho
  a despecho
  del inglés
  y han rendido
  sus pendones
  cien naciones
  a mis pies.
Que es mi barco mi tesoro,
  que es mi dios la libertad,
  mi ley, la fuerza y el viento,
  mi única patria, la mar.
Allá; muevan feroz guerra
  ciegos reyes
  por un palmo más de tierra;
  que yo aquí; tengo por mío
  cuanto abarca el mar bravío,
  a quien nadie impuso leyes.
Y no hay playa,
  sea cualquiera,
  ni bandera
  de esplendor,
  que no sienta
  mi derecho
  y dé pechos mi valor.
Que es mi barco mi tesoro,
  que es mi dios la libertad,
  mi ley, la fuerza y el viento,
  mi única patria, la mar.
A la voz de "¡barco viene!"
  es de ver
  cómo vira y se previene
  a todo trapo a escapar;
  que yo soy el rey del mar,
  y mi furia es de temer.
En las presas
  yo divido
  lo cogido
  por igual;
  sólo quiero
  por riqueza
  la belleza
  sin rival.
Que es mi barco mi tesoro,
  que es mi dios la libertad,
  mi ley, la fuerza y el viento,
  mi única patria, la mar.
¡Sentenciado estoy a muerte!
  Yo me río
  no me abandone la suerte,
  y al mismo que me condena,
  colgaré de alguna antena,
  quizá; en su propio navío
  Y si caigo,
  ¿qué es la vida?
  Por perdida
  ya la di,
  cuando el yugo
  del esclavo,
  como un bravo,
  sacudí.
Que es mi barco mi tesoro,
  que es mi dios la libertad,
  mi ley, la fuerza y el viento,
  mi única patria, la mar.
Son mi música mejor
  aquilones,
  el estrépito y temblor
  de los cables sacudidos,
  del negro mar los bramidos
  y el rugir de mis cañones.
Y del trueno
  al son violento,
  y del viento
  al rebramar,
  yo me duermo
  sosegado,
  arrullado
  por el mar.
Que es mi barco mi tesoro,
  que es mi dios la libertad,
  mi ley, la fuerza y el viento,
  mi única patria, la mar. 
 

 
4 comentarios:
Home, que és un cotxe...
sé que es un coche, pero déjame fabular... jeje
Eh! Eh! Eh! No és un cotxe, és el cotxe. Què mono és... eh? I que dure!
La Pepa
QUE GRANDE ERES RAFA. ME ENCANTA ESE POEMA. TE MANDO UN ABRAZO GORDO Y OTRO PARA PEPA. CUIDATE MUCHO HERMANO. ZORI
Publicar un comentario