01 mayo 2010

Juicio y sentencia

Hubo juicio, luego sentencia, y el veredicto fue positivo. El juicio fue la misma muela que Vania, mi amiga y odontóloga, un sol, un amor, una dulzura, un te quiero para siempre, sacó de su sitio con cariño, tratando al mal paciente que soy yo con tanto mimo que siempre le estaré agradecido, riéndose de mí y de mis lagrimones lo justo, y sabiendo ser seria cuando tiene que serlo, cariñosa cuando toca, y burlona en su momento.

Al final, aquella muela del juicio se fue, y luego llegó el pequeño tratamiento para salvaguardar de infecciones la zona, y hoy al final de semana puedo decir que todo no solo ha ido bien, sino inmejorable.

He podido incluso disfrutar de la bici con, al menos hasta hoy sábado, tres salidas muy productivas. Productivas porque he aprendido cosas de los moriscos que no sabía, porque por ende he descubierto pueblos y carreteras, y lugares de montaña que hasta ahora me eran desconocidos y sin embargo hoy son como mi casa, porque he hecho kilometradas con sentido (aunque no lo parezca), que se resumen en tres salidas de 112, 193 y 110 kilómetros, respectivamente.

Y entonces estoy contento. Porque el lunes pasado todo era dolor de muela, y hoy todo de piernas. Y ya toca pensar en volver y darle de nuevo a la tecla, que es, al fin y al cabo, lo que me da de comer. Con o sin muela.

2 comentarios:

José Vte. dijo...

A eso lo llamo yo ir soltando lastre...
Un saludo de uno que en vez de ir para adelante parece que vaya p'atrás...

El Tito de S. dijo...

Grande, grande!!!!!