13 abril 2012

El vuelo de la cigüeña

Si hay una cosa que me encanta de Segovia, más bien de toda la meseta, es la convivencia de sus pueblos y ciudades con las cigüeñas. Ellas llegan cuando el frío empieza a marcharse, y se van colocando en las torres de alta tensión, en los campanarios de las iglesias, en alguna ermita perdida, en los tejados de algunos edificios oficiales o fincas normales... Son respetadas y queridas. Cuántas plazas mayores se despiertan con el crotoreo de sus picos.


El video que he colgado lo grabé en Basardilla (Segovia), en un día de bici. Justo cuando paré a llenar agua empecé a escuchar el fantástico clo clo clo clo que hacen con el pico, y entonces me puse a buscarla en lo alto del campanario de la iglesia. Allí estaba la cigüeña, apoyada en una pata, tranquila, cuando percibí más arriba el vuelo circular de una segunda. Me sorprendió su insistencia en aquel volar como si fuera una rapaz cercando a su presa. Tanto duró que tiempo me dio a sacar la cámara y grabar sin que ella tuviera la más mínima intención de descender.

Al día siguiente, volví a pasar por Basardilla y vi a los dos ejemplares en actitud diferente. Mientras una seguía ocupando la torre y el nido, la otra, ahora sí, descendía a los prados del pueblo a por pequeñas ramas que llevaba al hogar. A mí me resulta maravilloso, algo muy particular, que un bicho como ese, que allá en lo alto parece pequeño pero que con las alas extendidas y a pocos metros es enorme, se acerque a veinte pasos de donde yo la observaba, vestido de colores chillones de ciclista, y ni se inmute, cace con el pico una rama y alce el vuelo para llevarla a la torre. En la zona del Mediterráneo, esa cercanía no se vive más que con las palomas en suelo urbano, aunque a veces un paseo por la Albufera te dé alguna sorpresa con algunas de las garzas que la habitan.

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