10 abril 2012

Canon de belleza

El pasado fin de semana no sé en qué canal de tantos como hay pusieron la peli de Astérix y las Doce Pruebas. Disfruto tanto viendo estas cosas que hasta mis sobrinos se sorprenden, entendiendo ellos que tal vez sean cosas de niños, cuando no.

Andaban Astérix y Obélix superando pruebas con el toque de humor y mucha fantasía, con César desesperándose en su alcoba, cuando llegó el brete de la isla de las sacerdotisas del amor, aquellas mozas que con sus encantos conseguían atraer a todos los hombres, sin excepción. Observando la escena, con las jovenzuelas contoneándose ante el ancho Obélix y el pequeño Astérix, mi cuñado me hizo ver que la hermosura que reflejaban dichas señoritas era idéntica a la de Sofia Loren.

Pensé en la frase y le di más importancia cuando, al día siguiente, me topé en la tele con El Cid y la pastelona de Jimena, interpretada por la Loren, seguramente en su esplendor y con aquella belleza que hoy aún asombra. Voluptuosa, joven, atrayente, hermosa.
Y ya no tengo dudas. Las modas marcan tendencias, aunque sea con años de diferencia. Porque El Cid es una película del 61, cuando las Doce Pruebas surgió 15 años después. Tampoco ha cambiado hoy la belleza de mujer que se nos vendió con Claudia Schiffer y Cindy Crawford en los 90, porque Charlize Theron o Scarlett Johansson tampoco se van mucho, aunque lo de esta última sea algo difícil de repetir. Solo decir que, en referencia a esta diosa del amor, sacerdotisa o no, no la puedo soportar. Una vez intenté ver Match Point, de Woody Allen, y justo al principio, en la escena que reproduzco, tuve que cambiar de tercio porque simplemente su carga erótica me puso malo. Nunca me he atrevido a volverla a ver. O lo que es lo mismo: no superé la prueba del amor.

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