01 septiembre 2011

Mirando a Cuenca desde Olite

Qué divertido ha sido esta semana encontrarnos en todos los informativos del mundo mundial con ese video doméstico en el que se ve a una señora y a un señor, impasibles, como si nada, asomados a la almena de un castillo (Palacio de Olite, en Navarra), dándolo todo, ella agachada, él justo detrás bombeando. Allí estaba aquel grandullón en pie, gafas de sol en vista, sonrisa socarrona mirando a lontananza como si pasaran algunas hordas enemigas vigilando la atalaya allá a lo lejos, venga al riñón, y ella, con algún gesto de alborozo intercalado con muecas de admiración, asomada a la piedra vieja, con mirada gacha hacia los fondos del foso, aguantando las embestidas del morlaco con el pelo dando sacudidas, adelante y atrás, adelante y atrás, y pim, pam. Y venga.

Pondría el video, pero quien tenga interés que lo busque; he aquí una imagen.

La escena es buena por el hecho, pero también porque detrás de todo esto, además de él, en ella hay un cargo público. Es alcaldesa de una ciudad belga, y entonces, claro, ya se ha montado una buena. La prensa, que al mismo tiempo que se ha lanzado al cuello de que estas imágenes sean públicas las ha promocionado a manos llenas, ha hecho que la pólvora prendiera como toca. Y aquí estamos, tratando el tema con chispa, porque la tiene, porque aquel apretón trae estas aguas revueltas, en las que sin embargo la susodicha, con seriedad y temple, se ha presentado como si tal cosa a trabajar, ha sorteado a los fotógrafos que esperaban su sonrisa y ha dicho, pausada, que tales hechos no afectan a su trabajo diario en el cargo que ostenta. Y santas pascuas.

Lo que ha conseguido, la aliviada, es dejar claro que aquí el más pintado tiene un momento de sofocón que soluciona como buenamente puede, en el Palacio de Olite, en la playa, en la base del acueducto de Segovia o allá donde te quiten las telarañas. Qué más da. Pensar que aquí nadie chusca es una soberana memez, y meter por meter, con amor o sin él, es tan natural como el comer. Así es que, que no nos vengan con moralismos, que el mayor pardillo ha dicho alguna vez esta sí que es mía, y a Cuenca lo que es de Cuenca, así, sin mirar ni analizar. Catacrac.

Otra cosa es que eso (el ser filmado y por ende público, que no el hecho) le hubiera ocurrido a un político español. En ese caso, el menda o la menda estaría comunicando su dimisión a quien correspondiese, por el qué dirán, y tiene huevos la cosa, en un país donde muchos roban y no dimite ni Dios.

1 comentario:

Raul dijo...

jjajajaj, se me han saltado hasta las lagrimas leyendote de la risa! Que crack eres!! ;)