03 septiembre 2011

Ellas cada vez son más

Este verano me he llevado una grata sorpresa al ver que cada vez hay más mujeres practicando deporte. Acostumbrado a rodar por las carreteras y a cruzarme, adelantar o ser adelantado por hombres, en estos últimos meses he visto infinidad de mujeres circular por las cunetas ya no solo en compañía, sino en la mayoría de los casos en soledad.


Me imagino a esa mujer de mediana edad que se levanta, se viste de ciclista, se pone el casco y sale de la ciudad para buscar lugares apartados, tal vez un puerto de montaña, o simplemente unas horas de paz con su bicicleta. Ella sola. Eso hace unos años era cosa impensable, si acaso de pocas o consideradas raras mujeres que se atrevían. En mis primeros recuerdos tengo a Paloma, que corría conmigo en la PC Alboraia, o a Pilar, que lo hacía con la Universidad Politécnica de Valencia, donde más tarde apareció una tal Ana, e incluso me viene a la cabeza la madre de Héctor, un niño que creció conmigo dando pedales también en la PC Alboraia.

Pero mi sorpresa es aún mayor cuando descubro grupos de ciclistas formado por tres, cuatro, cinco mujeres de esas que hace unos meses tan solo tenían ojos para el cafelito en el bar y la conversación. Ahora eso se traslada a la bici, con la misma compañía. Eso pasa en pueblos como Benigànim, el de mi mujer, donde un pequeño grupo de ellas queda en un punto concreto, ataviadas de arriba a abajo, y tras sus gafas de sol se preguntan a dónde vamos hoy. Eso lo vi yo una mañana que esperaba en el mismo punto a un amigo.

Hoy nombres podría dar el de unas cuantas amigas y conocidas que hace tiempo le dan al pedal. Son unas pocas de otras muchas que vienen. Su fuerza crece, se hacen grandes, se juntan y se esfuerzan como antes no pasaba, y ahora hablan de Quebrantahuesos, de Treparriscos, de Siete Picos, de triatlones, de medias maratones, de carreras de 10km, de millas, de alimentación, de pulsaciones, de entrenamientos, de amigos y amigas que conocen...

A esto debo añadir que también este verano, al participar en numerosas carreras populares a pie, he constatado que el número de mujeres participantes alcanza un 20% del total de inscritos. Esto es un dato cogido a golpe de vista, pero puedo asegurar que muy cercano a la realidad.

Para colmo, en Andorra, lo nunca visto, si te das una vuelta a media tarde por las zonas donde habitualmente hay corredores, se pueden contabilizar una quincena de ellas de todas las edades, de todas, trotando por donde antes, o bien no se veía a nadie, o bien eran hombres.

Con esto quisiera animar a que el ritmo no pare. Hace unas semanas, en Valencia, rodando a 38km/h dirección Cullera, al parar en un semáforo con las pulsaciones por las nubes, una chica que por lo visto iba a cola de grupo se vino a la parte delantera a preguntarnos a dónde íbamos. Al decirle que hacia Simat de la Valldigna, dijo que bien, gracias, y siguió con nosotros. También hay iniciativas, como el triatlón de la mujer de Valencia, de distancias algo más cortas que el sprint para incentivar la participación, y en el cual desde hace meses no quedan plazas. Eso antes no pasaba.

1 comentario:

mapachito violento dijo...

Genial, como siempre... Romper clichés es estupendo.