
Me imagino a esa mujer de mediana edad que se levanta, se viste de ciclista, se pone el casco y sale de la ciudad para buscar lugares apartados, tal vez un puerto de montaña, o simplemente unas horas de paz con su bicicleta. Ella sola. Eso hace unos años era cosa impensable, si acaso de pocas o consideradas raras mujeres que se atrevían. En mis primeros recuerdos tengo a Paloma, que corría conmigo en la PC Alboraia, o a Pilar, que lo hacía con la Universidad Politécnica de Valencia, donde más tarde apareció una tal Ana, e incluso me viene a la cabeza la madre de Héctor, un niño que creció conmigo dando pedales también en la PC Alboraia.

Hoy nombres podría dar el de unas cuantas amigas y conocidas que hace tiempo le dan al pedal. Son unas pocas de otras muchas que vienen. Su fuerza crece, se hacen grandes, se juntan y se esfuerzan como antes no pasaba, y ahora hablan de Quebrantahuesos, de Treparriscos, de Siete Picos, de triatlones, de medias maratones, de carreras de 10km, de millas, de alimentación, de pulsaciones, de entrenamientos, de amigos y amigas que conocen...
Para colmo, en Andorra, lo nunca visto, si te das una vuelta a media tarde por las zonas donde habitualmente hay corredores, se pueden contabilizar una quincena de ellas de todas las edades, de todas, trotando por donde antes, o bien no se veía a nadie, o bien eran hombres.
Con esto quisiera animar a que el ritmo no pare. Hace unas semanas, en Valencia, rodando a 38km/h dirección Cullera, al parar en un semáforo con las pulsaciones por las nubes, una chica que por lo visto iba a cola de grupo se vino a la parte delantera a preguntarnos a dónde íbamos. Al decirle que hacia Simat de la Valldigna, dijo que bien, gracias, y siguió con nosotros. También hay iniciativas, como el triatlón de la mujer de Valencia, de distancias algo más cortas que el sprint para incentivar la participación, y en el cual desde hace meses no quedan plazas. Eso antes no pasaba.
1 comentario:
Genial, como siempre... Romper clichés es estupendo.
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