29 diciembre 2009

¡Inocentes!

Sabía perfectamente que mi tío Manolo no se creería nada, más que nada porque sabía que él estaría vestido con su peluca de payaso y su nariz, pensando alguna trastada, si es que no estaba ya planificada. Es por él y sus hijos que yo tengo por sana costumbre hacer alguna bromilla el 28 de diciembre.

Desde el día en que mi prima y mi primo de Segovia, Lucía y Marco, se presentaron en casa de los abuelos con magulladuras y algo de sangre, y todo resultó una broma pero un buen susto para los abuelos, casi nunca he dejado de lado la tradición.

De las bromas que mejor recuerdo tengo, una será sin duda la de ayer del adiós a Andorra, pero hay otras como el día que dejé preocupado a mi tío de Ontinyent cuando le dije que llamaba de la Policía Militar y que su hijo iba a ser detenido por no presentar la prórroga al servicio militar que hoy ya no existe. Otros años envié cartas falsificando sellos oficiales y encabezamientos del Ministerio de Justicia, pero no triunfaron en exceso porque ya me tenían calado.

La de ayer fue grande, porque internet me permitió que se extendiera la noticia mucho y que picaran muchos más de los que me esperaba. Una vez sabida la broma, algunos ya me han amenazado a devolverme la moneda. Queda un año, les he dicho yo, pero ellos han ido más allá: "No creas, puede ser antes". Así es que la gracia me va a costar estar al quite 365 días al año. Sin embargo, lo bien que me lo pasé ayer valió la pena.

2 comentarios:

El Tito de S. dijo...

Gracias, campeón. Un besazo para Pepa y otro para ti. Continúa con esa fuerza física y mental y con el sentido del humor.

Lucía dijo...

jajajaja... grande. Alguna broma he gastado yo a los Sesma y Mora Sesma. ¡Hasta conseguí engañar a mi tía Petry con que tenía un chichón de hace 2 días! Mil besos.