09 diciembre 2008

Se quieren y se rompe



Creo en las historias de amor de verdad. Me encanta escuchar a amigos, a familiares, a conocidos, contar la suya. Son todas muy bellas, todas tienen su intríngulis. Cuando las rememoran, sonríen, vuelven a vivir aquellos momentos, se enamoran de nuevo, se sienten flotando otra vez. Miran a su pareja con complicidad, una chispa vuelve a surgir y por dentro notan la felicidad de sentirse queridos, la felicidad que les dio un día, después de mucho cavilar, mucho darle vueltas al asunto, de cómo empezar, de cómo seguir, de cómo mantenerse.

Todas estas historias se convierten en nada cuando me entero de que alguna de esas parejas que admiro se rompe. Se rompe. Se rompe. Inevitable: se rompe. Se rompe sin que nadie pueda hacer nada. Porque uno de los dos toma otro camino, porque uno de los dos está pensando, porque uno de los dos pone los puntos, sus puntos, sobre las íes. Se rompe. Se rompe. Se rompe sin que nadie pueda hacer nada.



Hace unos días que sufro un dolor profundo en ningún caso comparable al que siente la pareja de la que hablo. Cada uno un dolor similar y diferente, pero dolor al fin y al cabo, y estratosféricamente superior al que yo pueda sentir. Fue un momento duro, muy duro, enterarme del asunto, fue un golpe imprevisto. Hay parejas que las ves, las conoces y las descubres, y en seguida crees que son la mejor pareja del mundo, que sin ellos el uno del otro no son nada, que se complementan, que se quieren. Se quieren. Se quieren. Se quieren pero no pueden seguir juntos. Nada ni nadie puede impedir lo inevitable. Palabras más o menos, me estás dejando en cueros, dice la canción.

Ha habido noches en vela, conversaciones eternas, largos silencios, miradas vacías, el labio inferior mordido, aguantando, tembleque de gargantas y lágrimas sueltas, furtivas algunas, que caen cuando la garganta se hace un nudo y no respiras bien, y es entonces cuando se acumula líquido en los ojos, y sale, sale, sale, y el cuerpo se relaja. Es el dolor. Y sí, se quieren. Se quieren. Se quieren. Se quieren pero no pueden seguir juntos.

Se quieren y se rompe. Se rompe pero se quieren. Todo se rompe. Todo cae como un castillo de naipes. Nada tiene sentido, el sol no es sol y el frío es más frío. Ellos sufren y yo sufro. Sólo tengo clara una cosa: nada puedo hacer. Sólo dejar que el agua coja el camino que ella crea, poderosa, y que luego sobre todo lo que cree se construya un nuevo mundo. No mejor. Ni peor. Simplemente dolorosamente diferente.

Os quiero, pero estoy roto.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

gràcies.

Anónimo dijo...

Moltes gràcies també.

Anónimo dijo...

Moltes gràcies també.