17 septiembre 2009

Anochecer en l'Albufera y El Palmar


Una de las innumerables barracas en la calle principal de El Palmar.

Una de las cosas que más me gusta hacer cuando voy a Valencia es comprobar que l'Albufera está como siempre. Bonita bien bonita y algo sucia, como es su estado natural. El mejor momento para visitarla es siempre al anochecer, pero se corre el peligro, en mi caso por ir en bici, de extasiarse de tal manera que la misma noche se te eche encima, y el camino a casa sea peligroso, pese a llevar la luz trasera. Los locos coches, ya se sabe.



En mi última visita, antes de grabar el video que habeis visto, me fui hasta El Palmar para visitarlo más a fondo, ya que en mi vida sólo estuve en una ocasión, para comer una paella como manda la tradición. Es el típico pueblo valenciano de calles largas y perpendiculares, con casas bajas de dos alturas como máximo, con persianas echadas y la vida en su interior, y los abuelos y los no tan abuelos en sus aceras, hamaca en culo, pasando la tarde a la fresca.


Uno de los pasatiempos del jubilado valenciano es pasar la tarde a la fresca en la puerta de casa.

Pero El Palmar es curioso porque se envuelve por acequias. Una en la parte Oeste, la de aquí abajo con las barcas amarradas y los arrozales a su izquierda, y otra en la parte Este, donde los campos se extienden casi hasta el mar. La verdad que estar allí es una gozada, además de por la imagen, también por el olor.


Una de las acequias que envuelve El Palmar, con las tradicionales barcas amarradas.


Me vais a perdonar, pero el nombre de la calle no tiene desperdicio.


Los arrozales sólo se separan del pueblo por la acequia que los riega.

También las barracas, por supuesto, son su punto más bello y tradicional. Son varias las que conviven en la calle principal con edificios de la nueva estética valenciana: puerta en el medio, una ventana a cada lado, balcón en la parte superior con hierro forjado y otras sendas ventanas. Todo muy sin sentimiento. La barraca lucha por amoldarse al siglo XXI. Lo tiene difícil, pero gusta ver cómo algunos luchan porque lo consigan.


Quisiera recordar que es ella la que me lleva a todos estos sitios.

15 septiembre 2009

Dos días por Kiev



Hoy os invito a viajar a Kiev. Allí estuve un par de días locos, como siempre que se viaja por trabajo e intentas combinarlo todo con un poco de turismo. Porque conocer no está de más.


Iglesia de San Andrés, uno de los lugares de culto del centro de la ciudad.


La plaza de la Libertad del centro de Kiev, desde la habitación del Hotel Ucrania.

La arquitectura es diferente, claro, las iglesias ortodoxas no tienen nada que ver, los ritos, pese a desconocerlos, son otros. En Kiev todo es gigante, edificios monumentales estratosféricos, columnas inmensas y grandiosidad por doquier. Se ve en uno de sus ministerios, en el edificio de la Ópera, en el mismo hotel Ucrania en el que estuve, por dentro con techos altos, con cortinas interminables, con austeridad y seriedad.


Colores, cúpulas, ornamentación a tope. ¿Dónde está el románico?




Este es el edificio de un Ministerio: no entiendo el cirílico, pero sí entiendo que la arquitectura es soviética.

Además, en Kiev hay como dos ciudades. Una es la del exterior, otra es la subterránea. Infinidad de tiendas y locales conviven bajo tierra, donde hace más calor y el aire frío no afecta a los huesos. No hizo mal tiempo en los dos días que estuve, pero uno se imagina un día de febrero por allí y se me ocurren millones de sitios donde estar, menos al aire libre en pleno Kiev.


Esta debe de ser una imagen muy normal allá: el sol intenta buscar un hueco por donde iluminar.

En realidad se ven contrastes, como los de la foto con la policía y su Lada y los todoterrenos de algunos pudientes. No son pocos, por cierto, los coches de alta gama, pero todo sea dicho mi visión de Kiev se reduce a la del centro de la ciudad, lo cual no marca, ni de lejos, al resto.


A la derecha, un Lada del viejo Este de la Policía en un control rutinario; a la izquierda, un todoterreno de los nuevos aires; al fondo, un poco de morriña histórica en banderolas.

Pero además hay mercadillos en los que lo que toca es explotar el pasado soviético y su parafernalia. Camisetas de Lenin, pins, gorros rusos, símbolos aquí y allá. De todo un poco, hasta indumentaria militar.


Aquí hay símbolos que siguen significando lo que significan.

El viaje fue, como ya he dicho, por trabajo: partido de clasificación para el Mundial de Sudáfrica 2010 entre Ucrania y Andorra. Resultado: 5-0. Algunos errores y tres penaltis en contra lo dicen en todo, aunque en verdad la superioridad es manifiesta. Jugó Shevchenko, que volvía a la selección, un mito en Ucrania y en el fútbol europeo. Tambíén fue titular el nuevo fichaje del Barça, Chigrinskyi.


En la sala de prensa del Dynamo de Kiev. Menudo sofá.


Una oportunidad de Ucrania, que avasalló en la primera parte.


Panorámica del estadio Valery Lobanovskyi, donde juega el Dynamo de Kiev. Caben 16.000 espectadores.

No quisiera cerrar esta entrada sin contar la anécdota del viaje. Algunos compañeros sin módem necesitaban un local con Wi-Fi para enviar las páginas. Mientras yo estaba en la habitación enviando, un par de ellos tuvo que recurrir al ingenio, y entrar en el prostíbulo del hotel, sorteando a las chicas que se les acercaban mientras buscaban la red para enviar fotos y textos. "Aquí no se viene a trabajar", le dijo una de ellas a un compañero. Una sonrisa y buenas palabras, y páginas enviadas.


Cartelito del prostíbulo que permitió enviar algunas crónicas gracias a su Wi-Fi.

13 septiembre 2009

La Matahombres, en directo


Rafa, Manu, Boni y Jordi, con los dorsales que llevan hoy en sus bicis.

Hay una marcha de bicicleta de montaña que se disputa hoy y donde yo debería estar si no fuera porque no me pude inscribir a tiempo. Se llama la Matahombres, y son 80 km por Camarena de la Sierra, en la provincia de Teruel. Allí están Rafa, Manu, Boni y Jordi (de izquierda a derecha en la imagen), todos de Ontinyent, y Diego, de la peña ciclista de la Naranja Mecánica, y allí estamos todos representados, desde los ciclistas carreteros hasta los de la peña Cansalà o la de Cul Arrere, si es que no son lo mismo estas dos últimas. El caso es que Manu se ha propuesta publicar las fotos que va haciendo durante la marcha en el blog de Cul Arrere. La dificultad es grande (tecnológica y ciclista), pero algo hay ya en la web. La dirección, http://cularrere.blogspot.com/

¿Y por qué Matahombres? Este nombre tan bestia, que no invita a nada, por lo visto se debe al nombre de una de las fuentes de los parajes naturales por los que pasa el recorrido. La fuente de Matahombres da el nombre 'cañero' al asunto. Suena a suicida ir a hacerla, pero no debe de serlo. 600 hombres y mujeres ruedan a estas horas por esas pistas turolenses. Suerte a los cuatro amigos de Ontinyent y a Diego, y a todos los demás.



Por mi parte, me voy a meter la bici en el coche, y carretera y manta a Andorra. Ha sido una buena semana que me ha dejado más material que iré publicando en los siguientes días.

10 septiembre 2009

La pájara de l'Alt del Moro

Herido y casi muerto, en la cima de l'Alt del Moro.

En mis muchos días de bici pocas han sido las pájaras. Haberlas las ha habido, pero sobre todo en épocas de inicios, globales y puntuales. Es decir, de inicios de vida ciclista, allá por 1990 en adelante, con doce años y mucho brío pero poca experiencia, y de inicios de temporada: meses de enero o febrero en los que se quiere hacer más de lo que se puede. Esta vez ha sido un poco de lo segundo, pero en septiembre.



El sufrimiento fue grande, porque las piernas eran un cosquilleo inútil, y si la cadera exigía el golpe de pedal, la pata de palo del cuádriceps y los gemelos mandaban callar a la ilusión. Así, 7 km de subida al Alt del Moro jadeantes, a 169 pulsaciones primero y luego a 140, a 10 km/h. Resultado del estudio: peligrosa bajada de pulsaciones, mente nublada y mirada al frente perdida, un ojo cerrado, descansando, y otro abierto, vigilante en la medida de lo posible, y un impulso sinsentido de coronar para respirar. Cosas que pasan.



Dos meses parado han dejado el cuerpo marchito, y eso añadido a determinados puntos extra, sea un plátano verde digerido malamente, sean dos puertos previos que no duelen pero dejan marca, sea por hache o por be, llega la pájara. La salida con Patxi culminó con 110 km y cuatro puertos (Port d'Albaida, Subida a Agres, Alt del Moro y El Bosquet-Portitxol), pero en el tercero las fuerzas desaparecieron, primero porque no estaban todas, y segundo porque las que estaban se fueron con la sangre al estómago, a ver si aquel fruto verde seguía o no su curso natural.



La compañía de Patxi fue fundamental para superar el puerto.

Patxi, en las primeras rampas del Bosquet de Moixent, 8 km de puerto que conectan tras un breve descanso con los 2,5 del Portitxol de Ontinyent.

El resultado final es un aprendizaje de todo un poco. Una pájara te hace ver las cosas, si hay fuerzas incluso para ello, de la peor manera posible, y la lucha en vez de física se convierte en mental: no pienses, no pienses, actúa. Actúa es pedalea, y pedalea es hazlo porque cuando acabes llega el descanso. Premio siempre para el sufrimiento, ya se sabe.

Rafa, en el Bosquet, con pocas fuerzas pero al menos con la pájara olvidada. Así es este deporte: en un momento estás arriba, en otro te hundes, y luego te recuperas.

Al final, y entre medias también, hubo sonrisas. Primero fueron sonrisas de aceptación del error, luego sonrisas porque pese a que el hombre del mazo apareció en el kilómetro 65 aproximadamente -un bocata de lomo con queso y una Coca-Cola lo devolvieron a las cavernas-, se pudo cumplir el objetivo de los cuatro puertos. ¿Se podía pensar subiendo el tercero, muerto, en un cuarto? No se debía, pero se podía. Y se pudo. Y ahora hay sonrisas porque la jugada nos ha dejado marcas. Marcas que, este verano, estaban solo en el alma por culpa de una escayola, ya del todo olvidada.

Las marcas del mallot vuelven a traer la luz, aunque cueste.

08 septiembre 2009

Un Oronet había que hacer

Mis hermanas siempre me han dicho que siempre vamos al Oronet. ¿Y? Salida tranquila, sin tráfico, puerto cercano a Valencia, lo justo de duro para entrenar y pasar un buen rato. Es decir, que esta semana, como no podía ser de otra manera, un Oronet había que hacer. Para ello, el mejor amigo es Luis. Salida de 70 km tranquila por nuestra huerta, por los pasos de siempre y los naranjos de siempre. Por lo de siempre que no nos cansamos de ver, oler y sentir. La naranja está escondida, de momento, en un fruto verde y creciente. Fantástico.



El almuerzo: una Coca-Cola de litro entre los dos y conversación, donde siempre, en la fuente que, desde la fecha que marca (1993, ¡ojo!) y tal vez antes, siempre nos hemos sentado a descansar un poco antes de la vuelta a casa, la cual siempre se hace con pereza por lo a gusto que se está allí. El lugar, como se aprecia, es de lo más 'che'. Curiosa estampa de folclore local.



Mañana más. Esta vez con Patxi por Ontinyent. La mano, como se puede deducir, marcha bien, responde bien, y avisa de los excesos cuando debe avisar. La relación carga-lesión, pues, está en su punto. Ni mucho ni poco.

07 septiembre 2009

Con Carmen por el río

Presento aquí a mi hermana Carmen, la exiliada a Alemania que ha vuelto a la terreta a ver qué se cuece. Como a cualquier persona que busca reengancharse al tren laboral, la cosa no es fácil pese a licenciaturas y demás, ¡que os voy a contar a muchos!



Entre la búsqueda del santo Grial hay tiempo para despejarse, así es que hoy lunes, recién llegado de Andorra, nos hemos dado un paseo 'glober' y agradable por el viejo cauce del río Turia. Me he traido la bici de carretera y la de montaña, para disfrutar al máximo y rodar con ambas, que después de tanto parón se lo merecen. Y me lo merezco.

En el camino me ha sorprendido mi falta de costumbre. Mi falta de costumbre a ver cientos de personas, miles tal vez, haciendo deporte. Patinar, correr, pedalear, andar, fútbol, baloncesto, voleibol, tenis de mesa... Esto en Andorra no se ve. ¡Qué gustazo! Era difícil ir los dos en paralelo hablando, porque nos cruzábamos con muchísima gente haciendo deporte, con peligro de llevarnos a alguien por delante. Falta de costumbre.

Esta semana viene cargada. Será perfecto para ir habituando la mano tocada a la intensidad progresiva. Mañana saldré con Luis al Oronet. Miércoles Patxi y Raimón por Ontinyent (¿habrá batalla?), jueves puede que vaya hacia la Vall de la Gallinera, viernes tal vez repita, sábado salida de montaña con la peña de Ontinyent, y domingo ruta larga con la Naranja Mecánica. Todo puede ser tanto como puede variar, pero será una semana intensa. ¡A dar pedales ya!

02 septiembre 2009

¡Vuelvo a sonreír!

Hoy ha llegado el día después. Tras 74 días fuera de juego por una montonera maldita, por un escafoides pejiguero, por un cúmulo de mala suerte, he vuelto a pedalear. Ha sido este mediodía, de 14.00 a 15.00, una hora escasa de rodaje, una ida y vuelta a la frontera con España, un visto y no visto que al menos me ha servido para saber dos cosas: 1, que la mano está bien, pero no perfecta; y 2, que la inactividad no perdona.

La mano ha respondido bastante bien, pese a que en cierta postura agarrado a las manetas siento dolor si balanceo la bici. Más que dolor, molestia. Si voy cogido del centro como si estuviera subiendo un puerto, no duele ni afecta en nada. Eso significa que, la semana que viene, en Valencia en las salidas que haga o pueda hacer, si me atacan, que lo harán, tendré que responder, que lo haré, a ritmo, y nada de brusquedades. Es decir, dejemos a Perico de lado, y cojamos el tren del veterano Armstrong, por hablar de estilos.

¿Y las piernas? Las piernas como la pata de palo del pirata cojo con cara de malo. Pero es cuestión de tiempo ponerlas a tono. Antes de que venga el frío.

¡Sonrío!