18 febrero 2011

Piques de entresemana

Miércoles. Llegamos a Portaceli y la carretera empieza a subir. El bacheado del asfalto nos apacigua el paso. Al tomar el desvío a la derecha en los merenderos, Patxi y yo seguimos hablando. Hace unos minutos le he dicho que hoy es el día en que me demuestra que está en otro nivel. En la primera rampa, le digo que deje de hablar, pongo el plato, bajo dos piñones y salto. Le he provocado, pero se pega como una lapa.
Las ruedas, afiladas como cuchillos.
Acaba el primer repecho y en la bajada recupero lo que puedo. Sigue detrás. Noto las piernas cargadas de toda la semana, pero me veo bien. En el segundo repecho, de nuevo apretón levantándome de la bici. "Lo voy a dar todo", le había dicho antes de llegar a este punto. Creo que me voy, pero sigue a rueda, con la cara de intocable. Me empieza a dar la razón.

En el segundo falso llano, respiro para bajar pulsaciones, aunque vamos a plato, moviendo el desarrollo. Llega el tramo duro y vuelvo a apretar, no consigo irme y ante la rampa exigente quito el plato y miro para atrás, mientras escupo, moqueo y abro la boca buscando aire para mis pulmones. Quiero ver si responde, pero sigue detrás, agazapado, a la defensiva. Dice algo que no entiendo con una voz sobrada, y se permite el lujo de darme un empujoncito con la mano para que siga yo delante. Me tiene a huevo, reventado, pero no mueve ficha. No confía en sí mismo, y eso juega a mi favor.
Llegamos al pequeño descenso e intento recuperar. Si sigue a rueda, me quedan dos balas, pero las dos han de ser muy seguidas, sin recuperación, y en este punto es complicado. La primera la disparo justo al acabar el descenso y empezar el ascenso, al salir del puente y en plena curva, donde siempre lo hago. Acelero a tope, plato, plato, plato, plato, remando desesperadamente. Nada, sigue a rueda. Desisto para la segunda y última bala, la de la rampa final de 500 metros. Me abro a la izquierda e intento el truco del vacile: le enseño que llevo el plato grande. Ni la psicología puede con esta garrapata.

Llega el rampón y allá va el último cartucho. La pendiente es fuerte y a plato se hace pesadísima. Me giro y ¡sorpresa! Se ha quedado. Mantengo el ritmo para abrir hueco viendo las estrellas de dolor. Cuando la experiencia me dice que la distancia con él es compatible con lo que me queda de puerto, quito el plato, administro y tomo la última rampa de herradura bacheada pensando en llegar. Corono y entonces, decepcionado, pienso que me ha fallado.

Patxi dice que no es explosivo, ¿pero acaso lo soy yo? Con calma, analizamos lo que ha pasado: el momento clave fue cuando no se atrevió a demarrar estando yo muerto. Es demasiado defensivo, pero el día que cambie el chip, habrá que ir con tiento con él.

Sigue siendo mi gran apuesta para este 2011. Sólo hay que darle tiempo.

3 comentarios:

Mary dijo...

¡Estas fotos tienen más años que yo!

Mary dijo...

entremés vale, pero "¿entresemana?"

Rafa dijo...

Aunque acepción sudamericana, es válida según la RAE.

"entresemana.
1. adv. t. Hond., Méx. y Ven. De lunes a viernes, durante la semana normal de trabajo."

Y las fotos, es que no te´ngo nada actual para ilustrar que no sean esas que he robado de este mismo blog.