19 febrero 2011

Batallas de fin de semana

Camino de Pedralba, no sé por dónde he pasado. Ha sido como ir en un túnel, como un caballo con anteojeras. Desde Manises, me he puesto a analizar movimientos, ciclistas y ruedas. Me habían informado de quiénes eran los peligrosos, quiénes no daban tregua, y después, ha saltado la batalla. ¡Pero qué batalla! Hacía años, muchos años, que no estaba en una refriega de tal calibre y con tanta gente. Cortesía de la Peña Ciclista de Vara de Quart y sus afiliados de los Falcons.

Desde el kilómetro 15, tal vez el 20, a cuchillo. Los 'pros' se han puesto a remar cuando nadie lo esperaba, es decir, cuesta abajo, y ahí se ha desatado todo. Me adelantaba una rueda a alta velocidad, pues la dejaba pasar. Que lo hacía una asequible, me pegaba a ella. Remontaba posiciones, me abría para salir del arcén y no quedarme cortado -¡cedes dos metros y te quedas!-, a la entrada de las rotondas subía un piñón, y a la salida me levantaba de la bici y remaba para asimilar el latigazo balanceando la máquina y volviendo a bajar un piñón para dar potencia, en los repechos hacia abajo cogía aire, a rueda, y en los que eran hacia arriba analizaba la situación, la distancia hasta el final, el ritmo, las cadencias, todo por no quedarme atrás.

Ha habido tres momentos durísimos. El primero al salir de Vilamarxant (¿era Vilamarxant o Riba-roja?). En pleno pueblo, parados en un semáforo, he podido abrir una barrita, pero me la he tenido que comer de nuevo arrancando. No había tregua. En la primera subida ya fuera del pueblo, la barrita se me ha atragantado. "Si aprietan ahora", le he dicho a Toni, "me quedo". Tal vez por suerte o porque el repecho era muy largo, no lo han hecho. Seguía, pues, con los 10 o 12 de delante, incluídos mi cuñado Carlos y su hermano Toni, que están poniéndose muy fuertes. Íbamos siempre a plato, siempre sin bajar de 155 pulsaciones y con picos mantenidos de 169.

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Superada la primera crisis, ha venido la segunda. Hemos dejado la carretera principal y nos hemos metido en un camino que serpenteaba. He oído algo de alguien, un "aquí se complica todo". Estoy listo, he pensado. Todo serpenteo va hacia arriba o hacia abajo, y este subía. Con el plato puesto, han empezado a aumentar el ritmo. Carlos y Toni y algunos más se han quedado, pero no me he dado cuenta hasta que, obcecado en la rueda que tenía delante, me he fijado en que yo era el último de siete. Seis bestias veteranas y yo.

La subida ha sido corta, pero un infierno. He tenido que quitar el plato y pensaba que así me sentenciaba. He aguantado la rueda de delante, entre otras cosas porque de ella ha salido la voz de su amo para decirme que un poco más, un poco más, y coronamos. En esta subida he tenido dos picos de 175 pulsaciones y uno de 176, cuando no suelo poder superar las 172. Hemos llegado en goteo a la cima: coronar ha sido más duro, porque en la bajada no han reducido, aunque he entrado en la pomada por aquello de que de algún sitio sale una fuerza que me sorprende.

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La tercera crisis ha sido la final. Al pasar Pedralba había que subir dirección a Bugarra, en una tendida subida donde he cedido por imposible. En el falso llano de camino, me he visto obligado a dar un relevo, luego dos y un tercero que nadie me secundaba, y al final iba forzando demasiado con algo de viento en contra y demasiado tute a cuestas, cuando el resto se reservaba para la traca. He llegado a pie de rampa tocado, pero aun así me he pegado como una garrapata a ellos cuando han empezado a acuchillarse. Doblaba el cuello y abría la boca, balanceaba la bici y guiñaba un ojo, pero al final ni los dientes me han dado fuerzas. He cedido y he coronado el séptimo.

Al llegar al almuerzo, Paco me ha dicho: "Nunca te había visto con esa cara". Estaba muerto, pero satisfecho por mi rendimiento (¡muy satisfecho!), porque llevo no llega a un mes en la bici, hace una semana tenía molestias y no sabía cómo iba a responder, y como dice Patxi, en abril estaré mejor. Sería una estupidez negar que me encuentro fuerte y sobre todo sano. Tengo ganas. Como siempre, es gracias a la semana valenciana de invierno, que me salva de la gélida tristeza andorrana, y me pone enfilado a una primavera y un verano alentadores.

2 comentarios:

Mary dijo...

"Ma que t´agrà" plorar...

Rafa dijo...

jijijijiji