De aquel día recuerdo la gran tensión que tenía antes de entrar en acción, esperando a saltar al agua, pero sobre todo la terrible sensación de ahogo en el mar, ya que como el agua estaba muy picada nos trasladaron a la dársena del puerto, y allí el sabor a gasoil, que no se veía nada dentro del agua -un verde viscoso- y los manotazos y patadas que recibí, me dejaron patidifuso para el resto de la carrera, donde si no disfruté nada en el agua, tampoco lo hice en la bici -un circuito de cinco o seis vueltas al paseo marítimo de Gandia, adoquinado, con badenes y curvas de 180 grados- y ni siquiera corriendo, donde, como se ve en la imagen, iba muerto. En la otra instantánea en bici, recuerdo perfectamente al tío de rojo y verde que va a mi lado. Era un mulo que me llevaba al límite en la recta y al que creo que no pude darle más que tres o cuatro relevos en todo el sector... el tío de azul de detrás, se nos pegó a rueda y allí estuvo viviendo de rentas.
Pese a ser una primera experiencia para olvidar, me enganchó. Conforme pasa el tiempo más ganas tengo de volver a esas carreras. Tantos años después.
2 comentarios:
¿y cómo quedaste a pesar de todo?
¿en la mitad? Ni idea... jajajaja
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