12 noviembre 2010

La imagen: camarada armenio

A esta pareja de policías armenios los cacé en plena calle. Cualquiera diría que una foto a los miembros de las fuerzas del orden en la vía pública, y más en ciertos países, puede meterte en algún problema, pero aquí tenemos a los dos mendas tan contentos y mirando al objetivo. ¡Hola!

En realidad, esta imagen me gusta porque en ella hay información de Armenia. A saber: los uniformes delatan el pasado soviético, sus gorras anchas (tremendamente anchas), sus charreteras, sus grises y esa peculiar manera de quedarles a todos grande las chaquetas. Sin embargo, la imagen está captada en la avenida Hyusisayin, una larga vía peatonal con edificios modernos aunque con secretos. Modernos porque son de nueva construcción, tan de nueva construcción que algunos, esbeltos por fuera, están simplemente hormigonados por dentro. Para darse cuenta de ello hay que acercarse a los soportales y fisgar, y entonces se ve la desnudez interior. Todo fachada, nunca mejor dicho.

Tal vez como estos dos policías armenios. La fachada roja les delata, aunque dentro de ellos se construya otro mundo nuevo. Armenia en ciernes, como la pareja que se ve al fondo, ambos de colores oscuros, sentados en secreto como muchos armenios que hacen hoy lo que décadas atrás hacía nuestra sociedad cuando el hombre y la mujer se querían juntar como pareja, y debían hacerlo en público, sin excesos, de bien mirar, a la luz del día, y nunca agazapados en un portal, disimulados por la oscuridad de las sombras. Amores que se pasean. En la Europa antigua se salía a la calle a dar una vuelta vestido de gala, traje y corbata, vestido esbelto, bolso y tacones, con la pareja al brazo paseando el palmito y saludando al conocido con la mejor sonrisa. Esa sensación me dejó la Armenia de hoy. Esa, y que sus narices son inmensas, como la del policía que nos mira y, sin embargo, nos sonríe. Salud, camarada.

1 comentario:

Mary dijo...

¡pero qué guapo estás en la foto de la portada!