30 junio 2008

Mi padre me metió en todo esto


En un día como el de este domingo, con la selección española campeona de Europa, me acuerdo de mi padre sobre todo el mundo. Porque con mi padre he vivido infinidad de partidos de fútbol por la tele, los he vivido a patadas siendo un crío cuando él me decía que el comedor de casa no era un campo de fútbol, que había que mantener las formas. Pero siempre vibrando. Vibrando con la selección de Miguel Muñoz, de Luis Suárez, de Clemente, de Camacho, de Aragonés. Siempre vibrando y siempre palmando –excepciones siempre hay, como Barcelona’92, Kiko llorando tras el gol a Polonia en el Camp Nou... Y ayer perdí los papeles. Me salté las normas de mi padre y grité y chillé y lloré, porque era una ilusión que llevaba dentro del cuerpo escondida desde niño. Selección tan perdedora pero tan ilusionante. Sueños de crío. Amo a mi padre.

Por eso hoy me acuerdo de él, porque él, y mi madre, por supuesto, mano a mano ambos, me han metido en la cabeza que el deporte es magia, que el deporte une, que el deporte no sólo es saludable, sino que es una manera de reconducir nervios, tensiones, estreses, es un desahogo y un sentimiento.

Todo empezó jugando con mi hermana Carmen en el pasillo de casa con la pelota de trapo, con mis amigos en el cole cuando, como había hecho mi padre, jugaba de portero pese a mi escasez visual, y me entrenaba como un profesional y hacía lo que hacían los profesionales por la tele (junto a mi padre lo veía), como hacen los niños de hoy, y jugando luego con mis amigos del colegio la competición interna que nunca gané (paré un penalti con las gafas, recuerdo, gafas que rompí, claro), jugando con mis amigos del instituto cuando el cuerpo ya me pedía guerra y empezaba a combinar las seis horas de futbol sala en el patio (todos los viernes, de cuatro a diez de la noche, qué grande) con las otras seis de bici del día siguiente. Qué barbaridad. Jugando en los campos del río de Valencia, lloviendo y con las gafas empañadas y marcando goles y viendo a Paquito lleno de barro y en el campus de la Universitat con su toque y toque y su poca velocidad, la velocidad que sí tenía el Monris, una flecha, la fuerza de Altarriba en defensa, la calidad de Dani (¡Kanouté!) y los Riera (esas rodillas…), el saber estar del capi Óscar haciendo abdominales bajo palos mientras su equipo atacaba, la lentitud desesperante de la Ardilla, las filigranas del Juanlu y la rabia de Patxi, o el inalcanzable Raimon provocando al defensa. Jugando en Ontinyent sábado sí sábado también aquella Liga de fútbol-7 con goles de falta, de jugada bien trenzada por Fran y Justo, y por Boni, Juanito, Jordi, Raúl, Cuco, Boli, Ximet, Pepe, Josito, Javielo, Pauet, los gemelos, Alfredo (aquel pase desde la línea de fondo, con rosca, maravilloso, que fallé… no me lo perdona)…

Tantos y tantos partidos… en la tele y en las piernas. Es el fútbol, el puto fútbol que nos introduce a todos en el mundo del deporte para luego escoger nuestra opción, pero ahí lo tenemos, en nuestra base deportiva, siempre dispuesto. Mi camino fue el ciclismo, ¿y quién estuvo ahí? Mi padre, con salidas de 50, 70, 100 kilómetros. Lo que fuera. Desde el día en que me llevó más allá de Bétera hasta donde vi que un repecho era un puerto y no podía más, hasta el día en que en la batalla de la subida en el Oronet, un sábado cualquiera, vio que yo le adelantaba. La naturaleza manda.

Mi padre tenía 15 años cuando la selección ganó su primera Eurocopa. Hoy tiene 59 y el día de la final de Viena se enteró del gol de Torres porque la finca tembló mientras subía a casa. Dos en una vida, y su hijo una y un agradecimiento eterno y sincero. Te quiero, papá.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Y cómo recuerdo yo esa pelota de trapo y los partidos en el pasillo... había sitio para correr y todo! Claro que también recuerdo lo bien que jugaba yo al fútbol, que aprendí sólo de ver a mi hermano. Los partidos en el colegio y el equipo femenino de futbito que teníamos, esa "punta de ataque" Mari Luz-Carmen, jaja... y los goles que metíamos. En el instituto ya tuve que dejar de hacerlo por machismo, donde ya no me pasaban. Y lesiones por aquí o por allá, que estoy en baja forma y con una envidia increíble tras tanto fútbol y tanta bici, que me hace recordar también mi subida con... no sé, 10 años? del puerto de Fontanares, con una bici mala mala, que no pude repetir años después.
Yo se lo debo a mi padre y a mi hermano. Y a los dos padres y los miércoles de dolor de tripa el poder seguir nadando como bien sé, a pesar de golpes y falta de piscinas decentes con horarios normales en este país.
Y esta Eurocopa, esta Selección, sí, inolvidables.
Saludos futboleros desde Alemania.
Carmen

Anónimo dijo...

Bueno es que se reconozcan cosas que yo casi ni me acordaba. Hay un dicho que dice que se es bien nacido quien es agradecido. Pues ¡ale! gracias y a seguir con el deporte realizado al nivel de cada uno y no tan solo desarrollado en el sillón de casa viendo la tele. En este caso, evidentemente, era imprescindible la tele.

Me acuerdo algo sobre lo dicho sobre todo que Rafael me quería meter a entrenador de sus amigos y de él mismo cuando jugaban a futbito en el instituto. Como yo hice unos cursos de especialista en Educación Física para impartir clases en el Ciclo Superior de la EGB (Educación General Básica) insinué algunas técnicas y pases y mi Rafael puso cara boquiabierta y me dijo: nos podrías entrenar los viernes. O algo por el estilo.

Ya se sabe que no fue así porque una cosa es la ilusión y otra la obligación y las otras obligaciones personales de cada uno. En fin un recuerdo más junto a la pelotita de trapo en el pasillo.

Por cierto, Carmen ha estado calladita y en ningún momento ha movido ficha de ilusión por ¿España? ¿Alemania? Daba igual quien ganase para ella es de una país internacional.
Acabo de leer un artículo de un sociólogo defendiendo buscarse la formación y el trabajo donde convenga y no quedarse en el reducto. En fin lo de siempre, que hay quien se promociona donde se pueda y hay quien quiere que le lleven el trabajo a casa.
lo dejo porque ya veo que me lío y luego ya se sabe...
Besos

Anónimo dijo...

Pues tengo que rectificar porque resulta que he leído el e-mail de Carmen y textualmente dice:
"La Final la volví a ver en el Marstall. La Final esperada, mi país con el de acogida, las dos selecciones que más conozco y más me gustan. Yo ahí sentada en un banco, rodeada de alemanes, levantándome en las oportunidades de España, mientras todos gritaban "Deuuuuuutschland". Delante, cerca de la pantalla, un grupito de españoles a los que casi ni se les oía. Hasta que llegó el gol y las pocas posibilidades de remontar de Alemania, que todos callaron y gritaban a sus jugadores "pero dónde vas?! ¡hacia el otro lado!", "no puede ser..." Y sí que ha podido ser que España ganara a Italia, y a Alemania, y ganara la Final. Y como mi hermano, y como muchos, se recuerdan esos Mundiales y Eurocopas en las que no ganábamos nada, en los que era más bien Alemania ganando a Italia la que nos hacía disfrutar, con Klinsmann, Völler, Müller... pero ahora ya sólo me acuerdo de Casillas, Xavi, Senna, Cesc, Torres, Aragonés..."

Y además empieza diciendo que:
"Hacía tiempo que no estaba tan futbolera. Tras el Mundial de Alemania vivido en el mismo país, y con su selección haciendo vibrar a todos, ahora, la Eurocopa. Partidos emocionantes por su rivalidad o hermandad, histórica o personal: Alemania-Polonia, Alemania-Turquía, España-Italia, Alemania-España... la mejor Final posible, y con el mejor resultado."

Xè Mensin me has dejado mudo. ¡Que memoria! Ale ya he aclarado el tema gracias a tu madre que me ha dicho: Ah, pero ¿qué no has leido el correo de Carmen?

Anónimo dijo...

Papi rollero...JAJAJA
María.

Anónimo dijo...

no es rollero!! es el mejor...