18 junio 2008

El triatlón de Zarautz da un miedo que te cagas

Yo sé que habrá que hacerlo. Sé que Óscar me animará, que lo hará también el Segoviano y Zori -de Getxo este, un genio-, y que al final, sí, al final, habrá que hacerlo. No he estado allí pero me he metido en la piel de los que me lo han contado. Espeluznante. Los vascos son grandes deportistas, gente que vive el esfuerzo al máximo, gente que se vuelca contigo en cada competición o carrera popular o globerada o lo que sea. Te aplauden, te miman, te animan como si fueras de su familia, cuando encima no tienes ni el RH de ellos. Son los mejores (un día contaré cuándo a Óscar y a mí unos vascos acampados en la montaña a la espera del paso del Tour nos sacaron una sopa caliente al coronar el Col de l'Aubisque, con una niebla de escándalo y un frío de morirnos: "la mejor sopa del mundo", dijo Óscar aquel día).

El pasado fin de semana se disputó el triatlón doble olímpico de Zarautz. Casi 3 kilómetros nadando, 80 en bici y 20 corriendo. Cansino pero pone los pelos de punta. Óscar, Zori y Jorge fueron allá entrenados y preparados. Óscar con el papel de mejorar respecto al año pasado (un cuarto de hora mejor, el muy bruto), Zori a poner los puntos sobre las íes (con rotura muscular incluida, un portento de la naturaleza, además siempre sonriendo en carrera...) y Jorge iba con el tembleque en las piernas del debutante (resultado dignísimo, papeleta salvada como un señor). Y a otra cosa, ahora les espera La Marmotte...

Cuentan que la gente invade el paso del ciclista y le grita y le anima y casi sólo con eso se sube el rampón del 20% que hay en el recorrido, que cuando uno corre y oye su nombre y que le gritan y le dicen que siga, que vamos, que no decaiga, que mire para adelante y sufra un poco más, un poco más, ¡sólo un poco más!, y llegas a la meta con unos dolores que nunca tendrás pero con el corazón más grande y el alma más pura del mundo. Es el deporte, amigos. A mí me emociona.



Foto del público llenando las calles de Zarautz al paso de la carrera a pie. El año pasado, pese a la lluvia, allí no faltó nadie aplaudiendo y animando.

Zori el grande entrando en la meta, como siempre, sonriendo, seguido por otro participante y su hija de la mano. Son momentos especiales para un deportista.


Un ciclista afronta la subida del 20% con el público volcado con él, al que no conocen pero respetan. Ojo a la implicación de la gente. ¡AUPA MUTILAK!, ¡AUPA NESKA! Dioooos, qué grande.
Jorge, en la transición para iniciar el sector de ciclismo. Su primer contacto con Zarautz, de diez.

Óscar en plena carrera ciclista, soltando de rueda a la gente, y que hizo a una media superior a los 30 por hora.


El rojo Óscar, al finalizar la prueba, muerto pero sé que el hombre más feliz del mundo.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Jolín.
(María)