24 septiembre 2012

Duatlón Ordino-Casamanya

Un via crucis, en sentido metafórico y real, es un calvario. La palabra calvario tiene una connotación negativa, de sufrimiento. Sufrimiento es lo que pasa el cuerpo cuando le das mucho tute, pero si ese sufrimiento es buscado y, por tanto, al final del esfuerzo, placentero, la satisfacción es lo que queda. Y el fin de semana fue exactamente eso. Duatlón sábado, triatlón domingo. Aquí, la crónica del duatlón.

La salida: los buenos, delante.

El sábado el Duatló de Ordino-Casamanya fue el primer plato. Diez kilómetros de bici por el puerto de montaña del Coll d’Ordino a una media del 8% de pendiente, a tope, y luego más explosivo aún, subir a pie desde los 1.800 metros de altitud hasta los 2.740 en dos kilómetros y pico, por pura montaña andorrana hasta el Casamanya. Total, un desnivel de 1.400 metros.

Sara Garcia me alcanza, me pasa y se va.
 
Con la bici fui de más a menos, claramente. Empecé con unas sensaciones geniales, incluso adelantando a algunos que son, indiscutiblemente, mucho más rápidos que yo. Luego vi una rueda buena a pocos metros, y me fui a por ella, pero al alcanzarla me di cuenta de que iba justito. Empecé a pasarlo mal, y perdí comba. Sufría mucho por mantenerme, y al final, lo típico: cedes un palmo, dos palmos, un metro, y ya estás fuera de juego.

 En esta imagen, Verónica Villar, que fue la tercera mujer clasificada.
 
Las bicis reposan, después del primer esfuerzo.

Visto lo visto, subí piñones, decidí regular las pulsaciones, y me puse a subir sin prisas, pero sin pausas. Antes de coronar, algunos de los que había adelantado al principio, ya estaban delante de mí.

En la transición lancé la bici a los de la organización, que te la piden a grito pelado. Brinco aquí, brinco allá, cogí zapatillas y bastón y para arriba a correr. “No me adelantes”, le bromeé a uno. Sin dudarlo, en la primera pendiente dura entre el bosque, me pasó y adiós muy buenas.

Calzándome y diciéndole a Jaume: "No me adelantes". No me respetó...

Hice la ascensión con ritmo fuerte, trotando cuando me daba la gana porque me notaba vago, y sobre todo cuando se podía, que no era siempre. Al principio, por el bosque, aún se puede correr por la senda, pero después llega la primera pared, que conecta con la segunda, la tercera y luego la cuarta, y ahí vas lo que vas, y si vas.

Aquí la senda entre el bosque, camino de la primera pared.

Edu Barceló, un fenómeno, dándolo todo en la primera parte dura.

Me cogió Sara Garcia, una valenciana que me presentaron hace un año en las fiestas de Alfarrasí y que entonces me dijo que se iba a vivir a Andorra con su novio. Los dos, él tirando de ella, me saludaron mientras yo les daba palique en aquella ascensión. “Después hablamos”, dijo ella, “que ahora no puedo”.

Noel, novio de Sara, justo al pasarme... yo voy resignado y feliz.

Era una cuestión de mentalidades, claro, porque ella iba a ganar en mujeres, y lo hizo, mientras que yo estaba en ese punto en el que piensas que, más pronto o más tarde, llegas a la meta. Sin estrés.

Al final coroné en el puesto número 20 de 36, con 1h 28min 59s, tres minutos peor tiempo que mi mejor registro de hace unos años. La bajada hasta el coche, donde esperaba la Pepa, que había estado viendo la carrera por la montaña y animando como siempre, fue un auténtico placer por aquellas sendas.
El podio masculino y femenino, con las 'autoridades'.

Y es posible que pienses, que menudas bestias, que qué barbaridad. Pues te informaré que en la foto de arriba, el de la izquierda es el señor ministro de Turismo de Andorra, que participó con honor, todo sea dicho, y el de aquí abajo justo es un mito de 75 años que ni mucho menos quedó el último. Baldomer Vallverdú. Si no lo conoces, deberías, porque entonces pensarás que el mundo está hecho para disfrutar dándole al cuerpo y a la mente lo que le pida y con la moderación adecuada. Un ejemplo.
Baldomer Vallverdú, con sus 75 años y a todo tren: 1h 48min.
 
 

2 comentarios:

PETRY dijo...

El casamanya no se me despinta y me será imposible olvidar.Que mal rato pasé y que verguenza no haber podido llegar al final del recorrido.Y eso que no llego a los 70

Rafa dijo...

Pues yo cada vez que paso por aquel punto, querida madre, pienso: "Es que este tramo es muuuuy duro". Y entonces veo claro que cuando no se puede, no se puede y no pasa nada malo por ello.