07 agosto 2012

Te propongo disfrutar de la noche


Te invito a pasear en bici por la noche por Valencia. De verdad, pruébalo. Cenas, y luego en vez de irte al sofá a ver la tele con el calor que inunda tu casa, sacas esos hierros que tienes por ahí y sin ánimo de nada más que relajarte, pedaleas sin rumbo fijo, a 10 por hora, a 12, sin esfuerzo. Hazme caso, que a esas horas es tu bici tan feliz que ella misma te guía.

Te puedo poner un ejemplo rutero sencillo, no demasiado largo y extremadamente relajante. Puedes conectar por cualquier zona con el río, ya vengas del norte o del sur, del este o del oeste. Te unes al viejo cauce y sigues por arriba (puedes ir por abajo, claro, pero se trata de aprovechar por donde el tráfico da una tregua a esas horas), y entonces buscas el centro por la vía que quieras.



Te propongo que te metas por la plaza de Tetuán, pero también puedes ir por la calle Sorní, o por el carril de Navarro Reverter. En cualquier caso, llegas a la Glorieta, la observas y la mimas con los ojos (si es lo bastante tarde, por ejemplo pasadas la una de la madrugada, tal vez incluso puedas comprar la prensa del día siguiente, recién salida del horno, al jefe de la furgo que allí se instala), piensas en aquellos árboles centenarios de troncos enraizados, y subes por la calle la Paz con la brisa que te da en la cara.

Te oyes a ti mismo, con ritmo suelto, a tu bici y la cadena suave, acompasada, zis zas, zis zas, dejando caer el cuello, relajando la columna vertebral y sintiendo el leve traqueteao del asfalto. La cabeza suelta, mirando a los lados, hacia arriba, las casas modernistas, las fincas preciosas como joyas, y llegas a la plaza Redonda y la volteas, despacio, silenciando el ambiente.



Te absorbes todo aquello y si te ha gustado, bajas de nuevo por la calle del Mar para remontar una vez más por la Paz, y repetir. Recuerda que se trata de gozar, y entonces lo haces, y cuando llegas al final buscas la plaza de la Virgen, y en aquel suelo brillante te dejas llevar hasta el palacio de la Generalitat y el corazón del barrio del Carmen.

Te ruego que te sientes un rato en la misma plaza, si es posible alejado de la fuente para escuchar mejor el ambiente. Observa a los skaters que hacen sus filigranas ahora que la ley, a esas horas, hace la vista gorda; sigue con la mirada a las hordas de turistas que van al acecho del triunfe nocturno; y cuando hayas cogido aire, decide sin más culebrear por el Carmen.



Te pido que te pierdas y lo hagas con calma, mirando portales, fachadas y refugios de parejas ardientes. Mira hacia arriba y deleita tus ojos con algunas balconadas, fincas de piedra vieja anaranjadas por la luz de las farolas. Siente el fresco de la noche e intuye los ecos lejanos de algún grupo de amigos que sale a tomar algo, persigue un poco sin querer a alguna pareja y mira cómo disfrutan de la noche agarrados de la cintura pensando en si seguir en ese momento de placer o dar el siguiente paso.

Te dejas ir y te abandonas, y cuando se te haya ido el santo al cielo, busca la salida por detrás de las torres de Quart. Entonces enfila hacia el Botánico, sigue recto y cruza Fernando el Católico, sigues dirección Mislata y llega si quieres, y si no te aporta nada, gira de vuelta dirección al mar, paralelo al río por la Pechina, en camino recto hacia el IVAM, las torres de Serrano y, si te apetece, antes puedes saludar a la pequeña Na Jordana.



Te quedas en las torres de Serrano unos minutos, te asomas al foso y miras las dos moles allá arriba, y si tienes suerte acompañas todo eso con la guitarra de alguien que, a esas horas, encuentra una acústica especial bajo el arco de entrada. Puedes incluso sentarte en uno de los bancos y escucharlo envolviéndote en el ambiente.

Te vuelves hacia casa escogiendo el camino, por calles que conozcas y, por qué no, por las que no suelas pasar, y te pones en manos de tus piernas relajadas, sintiendo el viento fresco que te ha acompañado durante este agradable paseo. Entonces alcanzas tu portal y bajas de la bici.

Te puedes ir a la cama sabiendo, efectivamente, que dormirás una hora menos, pero tengas trabajo o no al día siguiente, seguro que te levantas de otra manera. Eh, y si no te apatece hacerlo solo, llámame o escríbeme un correo, sin miedo (dameunrelevo@yahoo.es), que yo te acompaño. Te diré que sí seguro. Siempre podemos cerrarlo con una cerveza o un helado en una terraza.

¿Te apuntas? Venga, podemos quedar ya, si te apetece, las noches del martes 7 y miércoles 8 de agosto, los dos días. Estaré a las 23.00 horas en la isleta del medio de la entrada a la Alameda desde la avenida de Aragón, al lado de la fuente. Yo te espero. Y si somos más de uno, tanto mejor para la conversación.

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