09 julio 2012

Pilladita

Hace poco hice el ridículo espantoso. Fue sin querer, fue caprichoso el azar, como dice la canción, pero son cosas que pasan. Tenía una rueda de prensa a una hora que, con el reloj en la mano, me permitía antes poder rodar unas dos horas en bici. Dispuesto a ello, aparqué el coche debajo del edificio donde se iba a celebrar la rueda de prensa, que no era más que un centro comercial en Andorra. Así pasé un par de horas de buen ciclismo y cuando volví con tiempo de sobra para asistir al acto que se había convocado, me decidí a adecentarme un poco, lavarme y vestirme para presentarme como si tal cosa.

Me lo tomé con calma y con alguna precaución me cambié con celeridad y, cuando tocó bajarse los pantalones, dentro del coche. Y menos mal. Nunca podía imaginar que, desde un ventanal cercano, convocantes y algunos de los medios de comunicación que habían acudido con antelación al acto, observaban el 'estriptis' improvisado.


Como no me percaté del asunto, ya cambiado y disimuladamente decente seguí a un hombre que iba guiando a los periodistas a la sala de prensa. Allí vi alguna sonrisa extraña, pero no caí en la cuenta de lo que pasaba hasta que desde el ventanal de la habitación aquella vi mi coche. Entonces no niego que me ruboricé mientras ya se oían chascarrillos entre los colegas y risas sordas entre algunos convocantes. Tuve que asumir los hechos y no darle más vueltas. Gracias al fotógrafo de mi periódico, aquí tenemos la prueba de la pilladita.

1 comentario:

Mary dijo...

JAJAJAJAJAJAJJAJA