11 julio 2012

Los premios se buscan


Puedes buscar la tostada, o ponerle una buena capa de Nutella. Si sales con un amigo de batallas en pleno verano valenciano y te pones a rodar, y ahora dices de ir por aquí, luego por allá y más allá coger otro cruce y subir otro puerto, así improvisando, sin duda saldrá un día bien montado.

Porque el aquí te pillo aquí te mato funciona, y mucho, y más si en pleno descenso tu compañero, que va delante, se para a la entrada de un pueblo como Gátova, se queda paralizado con el dedo señalando la piscina pública que se ve allá abajo, y entonces vemos una terraza bajo la sombra de los pinos, todo acompañado por un olor a paella que avisa a fiesta.

Entonces entras en la zona, sale el cocinero y te dice "¿voleu paella de llenya?", y descabalgamos sin pensárnoslo, nos quitamos los mallots, nos duchamos y mientras se acaba de hacer aquel arroz con pollo, conejo y caracoles, y un toque de romero, nos metemos en la piscina. Mágico.

Dos horas después, volver a arrancar es un intenso dolor de piernas, aunque los últimos 50km hasta casa se hagan con la sensación de haber exprimido bien un día de vacaciones. Al final, 145km y muchas horas de paz, salvo la subida al Pico del Águila desde Altura, antes del baño, con los ojos inyectados intentando seguir una rueda de Patxi que va demasiado para mí. Pero ojo, qué subida. Si llego a parar en la cima, me caigo mareado del esfuerzo. Menos mal que seguimos recto y encontramos el oasis.

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