27 julio 2011

Un tapón de bañera

Hoy esperaba un tapón de bañera en mi buzón. El fontanero ha venido por la mañana a arreglar el descosido, y después de darle algunas vueltas, se ha marchado diciendo que ya estaba todo claro, pero que se llevaba el tapón antiguo y que por la tarde nos traería uno nuevo. Como le hemos dicho que no estaríamos en casa, ha insistido en que lo dejaba en el buzón, y listo, pese a mi incredulidad porque, que me aspen, pero no costaría tanto que yo mismo fuera a una ferretería a por uno.

Ante su insistencia, hemos asentido, y he aquí que por la noche, cuando hemos llegado a casa, no estaba el tapón nuevo en el buzón. Cabe la posibilidad, he pensado, que el menda no haya podido venir esta tarde, pero también que se haya equivocado puesto que no existe en mi buzón ni nombre ni número ni nada, pese a que, precisamente por ello, es el reconocible como nuestro. Ante esto, me ha venido a la cabeza alguno de mis vecinos, al abrir su buzón después de volver de las vacaciones, o por el mediodía antes de ir a comer, y encontrarse entre las cartas de banco, la propaganda y alguna araña, un tapón de bañera.


La situación cuanto menos es curiosa, porque se puede dar el caso del que no le haga extremos al tema y directamente tire el tapón a la basura, o se lo quede, en caso de estar necesitado de uno; pero también puede haber equívocos, como que sea el hijo de un vecino, adolescente él, que se imagine cosas como que el tapón es un mensaje de sus amigos después de que el día anterior le dijeran que no se calla ni debajo del agua, y entonces el chaval, afectado, no suelte prenda al día siguiente en el parque, y no diga nada de la chavala que pasa por al lado mientras sus colegas esperan un comentario, una broma del charlatán, que ahora calla porque el día anterior sus amigachos le dejaron un tapón de bañera en el buzón de sus padres, y que menos mal que lo encontró él, porque si lo hace su padre seguro que lo pilla y entonces se lía parda, que vaya si la lié el otro día contando lo de Marta en el vestuario, que ahora todo el mundo me tiene por bocazas, y los profesores se enteraron y se lo contaron a mis padres, seguro, y por eso si ven el tapón dirán que esto es demasiado, y que ya está bien, que ellos me educaron para ser prudente, y no tener esta bocaza tan grande que ni con un tapón de bañera se calla, que habrase visto.

En fin. Y yo con bañera, pero sin mi tapón. Que anda que, para lo que lo uso, mejor lo dejo en el buzón de un vecino, por si se monta un buen pollo y nos divertimos.

3 comentarios:

Mary dijo...

jeje

Luis dijo...

En la foto de portada se te ve muy flaco!

Rafa dijo...

Pues peso casi lo mismo que siempre: 71 kilos sin ropa. Al final del invierno estaba en casi 73, así es que se entienden dos kilos menos. Me quedan dos meses para ponerme a comer como un loco, básicamente como ahora, pero sin hacer tanto deporte. Ya sabes, preparándome para hivernar como cada otoño. Pero eso será después de la Media Maratón de Valencia, el 23 de octubre, si es que me puedo apuntar aún. Ahí se acabará todo.