03 septiembre 2010

Encuentros y reencuentros

Volvamos al jaleo batallero. En uno de estos días de vacaciones que tanto me he ganado (¿?) ocurrió lo que hace unos años era impensable. Una de esas personas que siempre me ha mirado como el loco de la colina, el enfermo ciclista raro que se hace 'cienes' y 'cienes' de kilómetros sin ningún sentido, el anacleto que se da unas palizas que te mueres, resulta que desde hace poco probó la medicina... y está a un paso de la adicción. Es uno de tantos que han caído en las garras de la bicicleta, tan agradecida como es ella.

Antes de la salida, con el característico buen humor.

Juanje es un tío de casi dos metros, espigado como un ciprés, que ha tenido que comprarse la talla más grande de bicicleto que ha encontrado. Me jactaré al decir que mi consejo y mi guía a la tienda correcta le satisfizo. Ha hecho un buen trabajo, puesto que no se ha agenciado un maquinón que te rilas dejándose una leña de dinero, sino que ha hecho una inversión correcta. Una bici modesta pero funcional y muy práctica. Lo demás, lo pone él mismo de su parte a base de ganas y motivación, y unas rutas y kilometrajes adecuadas a su nivel y objetivos.


Hicimos la ruta del río Turia desde Mislata hasta Vilamarxant. En total, 60 kilómetros (exactamente fueron 58) en un excepcional paseo matutino antes de que cayera el temible calor sobre nosotros. Nos acompañaron Patrici i mi amigo Dani, padre e hijo respectivamente, otras dos personas para mí de gran valor sentimental por conocerlas desde hace ya 18 años y porque, precisamente con esta familia yo tuve mi debut en un viaje a Pirineos con apenas 16 años, en unos días que en parte me marcaron lo que soy hoy respecto a la naturaleza y el aire libre.

2 comentarios:

David dijo...

Yeah!!

Si la gente va cayendo poco a poco, harán más o menos pero la bici engancha.

Parece el Shleck!!!

Anónimo dijo...

Patrisiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii :)