11 agosto 2010

Mi regalo de cumpleaños



El otro día cumplí 32 años, y como quiera que en realidad fue un día para olvidar por diferentes motivos, intenté buscar una solución para animarme. Así es que, me dije: "¿Qué podría subir?". Y nada, que caí en la cuenta de que, después de casi tres años en Andorra, nunca había coronado en bici el Port d'Envalira. Así es que hoy, que tenía unas horas en un hueco laboral, he bajado hasta la frontera, y desde allí, hasta arriba dirección Pas de la Casa. Además he estrenado el mallot conmemorativo de los cien años del paso del Tour de Francia por el Tourmalet, mallot que pese a venirme largo, me encanta.



Y hasta arriba son 36 kilómetros de sube y baja primero y después de puerto puro y duro. Una ascensión desde los 850 metros de altitud (más o menos) de la frontera con España hasta los 2.408 de la cima. En realidad, ha sido muy duro, porque he ido a la hora de comer y, pese a haber comido dos bocadillitos de nocilla y un plátano a las 13.30, luego en la subida la barrita que me he enchufado no ha sido suficiente. Los dos botellines han volado rápidamente, y como no sé por qué extraña razón me he empeñado en no parar absolutamente para nada, pues no he repuesto líquido, y he llegado al tramo decisivo -los últimos cuatro kilómetros, en los que subes de 2.000 a 2.400 metros- con el hombre del mazo dándome vueltas. Tan cerca estaba la pájara, que he intentado subir de pulsaciones con algún cambio de ritmo, y sin embargo no he conseguido pasar de 158, cuando subía todo el rato a 145.





Como manda la tradición, la subida ha culminado con la foto de rigor, en plan conquistador, porque una cima es una cima, y si tiene 2.408 metros de altitud no es como para tomársela a broma. Un dato: allá arriba la temperatura era de 12 grados. He bajado con tiritona, pero tan solo un par de kilómetros, porque luego he puesto la directa y me he regalado un descenso a tope, aunque con viento en contra, que me ha obligado a adelantar algún coche de turistas que iban mirando el paisaje. Yo, como ya lo conozco, de 50 por hora no he bajado. Un placer bajar así tantos kilómetros, y sin pensar en los riesgos, pero con la suficiente conciencia de responsabilidad. En casa, un poco más tarde, he comido por dos.

5 comentarios:

David dijo...

Joder qué lujo poder estar tan cerca siempre de estas cumbres... Felicidades por los 32!

Rafa dijo...

Pues David, si quieres que te diga la verdad, es cierto que en cierta manera es un lujo, pero ahora en verano, jejeje, porque con los primeros fríos aquí no hay quien se atreva. Por otra parte, muchas veces echo de menos una buena rodada Valencia-Cullera y volver, unos 90km dando la vuelta a la montaña todos absolutamente llanos, con cadencia y disfrutando a 30-35 por hora. Eso también es la bomba.
¡Salud y kilómetros!

Raul dijo...

Buen regalo, Rafa! Valencia-Cullera cuando quieras! (y no quieras un Oronet...jajaja). Un abrazo!

Anónimo dijo...

"caer en la cuenta de" -> caí en la cuenta de que...

Rafa dijo...

ok, corregido queda.