21 febrero 2009

De esto y lo otro



Hoy vade retro. Resulta que andaba esta mañana en la redacción bien relajado leyendo la prensa. Políticos anormales aparte, leía páginas de sociedad de esas ligeras en las que se habla de tal actriz o actor, escarceos amorosos, engaños aquí y allá, y todo ese montón de mierda habitual.



Conforme leía, una luz interior se me iba encendiendo hasta convertirse en llama hiriente mientras pasaba páginas. Y es que, subliminalmente, mi mente iba captando los mensajes del día a día. Mensajes que nos meten en un mundo de competitividad y de poder asfixiante.



Un reportaje que habla de los Ecomillonarios, un programa de televisión que se llama Rico al Instante, un imbécil que asegura que a base de vender fincas, terrenos y varios se ha hecho tan rico que apesta. Unos viajes transatlánticos de auténtico lujo, una estupidez humana generalizada que me pone de los nervios.



A todo esto leo estos días una recopilación de textos, conferencias y declaraciones varias de Ryszard Kapuscinski (1932-2007), un reportero de esos de mochila en mano y de guerra en guerra, de desgracia en desgracia, que desde hace años me enamoraba con sus tribunas libres de El Pais. Sus análisis sobre África, sobre Sudamérica, sobre la Asia más pobre, queman tanto por dentro que la transición entre estas lecturas y las de nuestro día a día me resulta dolorosísima.



Pero somos tan estúpidos, tan sumamente desgraciados, que somos incapaces de pensar, en este instante, en una aldea boliviana o en un poblado africano sin agua potable, porque lo que más nos importa es la Gala de los Óscar y su puta alfombra roja.

1 comentario:

Anónimo dijo...

no es la puta alfombra roja, es el poder empezar el día a día, porque si lo pensaramos mucho (o simplemente si lo pensaramos) nos iba a matar la pena (o eso creo)