19 febrero 2008

"¡¡ SOMOS RICOS, RICOS !!", por Jordi García Pallás

Todo empezó cuando por desgracia perdí a mi mami este verano y se me fueron con ella las ganas de todo, nadar, bici, etc, salvo una sola cosa, algo se despertó dentro de mí, algo que me llamaba a correr y fue a esta sensación a la que me agarré para evadirme de todos los pensamientos que en ese momento ocupaban mi mente.

Corría, corría y corría todos los días, hasta que pensé porque no aprovecho toda esta fuerza para prepararme la maratón. Y siguiendo una planificación, a la que me ayudo una gran amiga, Ana Casares, y mis compañeros de entrene Leticia y Pedro, pues me metí de lleno a por la maratón.

Después de todo, aun a pesar de que el día de la maratón tienes muchas emociones, sin duda alguna me quedo con todos los meses de entrenamiento. Preparar una maratón requiere entrenar prácticamente todos los días y hacer un gran volumen de kilómetros, y cada día es diferente, siempre encuentras algo nuevo en la sesión que te ayuda a mantener la motivación, los compañeros, el entorno, retos personales, un montón de cosas. Hacer todo esto te hace sentir que eres profesional. En este sentido todo es fácil.

La verdadera dificultad esta en dónde meto las sesiones de entrenamiento en mi agenda personal. Pues hay que organizarse muy bien para poder cumplir con todo, a lo que yo llamo mantener el equilibrio entre familia, trabajo, estudios y entrenamientos. Y en este sentido quiero dar las gracias a mi familia y en especial a mi novia, Isa, que sin ella no podría ser el loco que soy, sin ella no existiría ni estudios, ni retos personales, lo que se resume en mis ilusiones. Gracias.

La semana antes de la carrera ya esta todo el trabajo hecho y lo que hay es lo que hay, o sea que tranquilo y a descansar esperando el día de la carrera. Lo que implica entrenar poco y darle vueltas a la cabeza mucho, llegaré, lloverá, si voy a 5 llego en 3:30’, venga sacar cuentas hasta que al final te plantas y piensas en mantener tu ritmo en 155-160 pulsaciones y que sea lo que dios quiera.

El día de la carrera suben las emociones, duermes poco pensando en cómo saldrá todo pero estás descansado después de no haber pegado ni chapa en toda la semana. Te levantas de la cama y empieza el ritual que llevas ensayando durante toda la preparación. Súper desayuno 3 horas antes de la carrera, bebidas de hidratos a saco, gel en la pantaloneta en los bolsillos improvisados que cosí, venga mear de nervios y de todo el liquido que bebes y a la línea de salida.

Media hora antes, últimos preparativos, pulsómetro, dorsal, chip, vaselina y suena el teléfono, David Molina, que dice que le apetecía venir a correr por lo menos media maratón acompañándome, pues otro loco más que se suma a los 3.000 y pico.

Se da la salida, muy guapa, globos, música, toda la gente aplaudiendo y traca valenciana, los pelos como escarpias y en una pequeña nube vamos los primeros kilómetros.

Como un reloj todos los kilómetros rondando los 5’/km, un poquito subido de pulsaciones mas cerca de 160 que de 155 me mosquea un poco, y con un dolor en el muslo izquierdo que venia conmigo desde el día anterior, surgen dudas, pero para adelante. Ritmo muy cómodo que te permite charlar con los compañeros y gastar bromas, tirar piropos a las chiconas que están en el público, de todo un poco. Pero cuando van aumentado los kilómetros ya no resulta tan cómodo hasta que llegué a las famosas cuestas que cuando las vi, me cagué en ..., en el kilómetro 35, con las piernas reventadas y sufriendo mucho para mantener el ritmo. En la primera cuesta una chica del público ve que estoy sufriendo para subir y se pone a correr conmigo animándome hasta que llegamos arriba, qué grande.

A partir de aquí, en el 36, pienso en mi madre y me salen alas, de repente mis piernas resucitan, sacan un poquito de energía y me empujan hasta el 39, pero no puedo más, dolores por todos lados, incluso flato yendo a 5’ 30’’ qué fuerte, me pongo a andar unos metros y vuelvo a correr, así tres veces hasta que llegué al 41 que con el ánimo de la gente y viéndote en el estadio pues vuelven a salir alas y acabas como si hubieras batido el récord.

La llegada, muy especial, mi familia en la curva del estadio en la grada pegando botes de alegría, dedicatoria a mi mami y un llorico. Fantástico.

Una vez ha acabado todo y la sangre abandona las piernas y vuelve a subir al cerebro, pienso fríamente y recuerdo una anécdota que en un principio no entendí pero ahora lo comprendo todo. Allá por el kilómetro 23 había un hombre minusválido en una silla de ruedas con un megáfono animando como un loco, que gritaba ¡ánimo, ánimo!, ¡Sois ricos, ricos!

Y esta historia acaba recordando que ¡somos ricos! Por poder hacer todo lo que hacemos y que muchas veces no nos paramos a pensar en esta clase de detalles.

Un abrazo a todos y muchas gracias por animarme y aguantarme.

Jordi García Pallás

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues si, como le he dicho a J.V: Belda, una marathon no es para todos, a mi no me vereis corriendo esos más de 42 km. ¡Sois Ricos!

rafazp dijo...

Que verdad más grande,eso de sois Ricos....enhorabuena por tu carrera,y si algún dia corres como escribes, serás grande...me has emocionado..¡¡Animo!!