31 diciembre 2009

Feliz año y felices vacaciones

Os deseo a todos feliz año nuevo, y como me voy de vacaciones hasta el día 10 de enero, pues felices vacaciones. Estaré primero en Nápoles, Pompeya y el Vesubio, y luego en Valencia a partir del día de reyes. Prometo fotos chulas de las ruinas romanas.

29 diciembre 2009

¡Inocentes!

Sabía perfectamente que mi tío Manolo no se creería nada, más que nada porque sabía que él estaría vestido con su peluca de payaso y su nariz, pensando alguna trastada, si es que no estaba ya planificada. Es por él y sus hijos que yo tengo por sana costumbre hacer alguna bromilla el 28 de diciembre.

Desde el día en que mi prima y mi primo de Segovia, Lucía y Marco, se presentaron en casa de los abuelos con magulladuras y algo de sangre, y todo resultó una broma pero un buen susto para los abuelos, casi nunca he dejado de lado la tradición.

De las bromas que mejor recuerdo tengo, una será sin duda la de ayer del adiós a Andorra, pero hay otras como el día que dejé preocupado a mi tío de Ontinyent cuando le dije que llamaba de la Policía Militar y que su hijo iba a ser detenido por no presentar la prórroga al servicio militar que hoy ya no existe. Otros años envié cartas falsificando sellos oficiales y encabezamientos del Ministerio de Justicia, pero no triunfaron en exceso porque ya me tenían calado.

La de ayer fue grande, porque internet me permitió que se extendiera la noticia mucho y que picaran muchos más de los que me esperaba. Una vez sabida la broma, algunos ya me han amenazado a devolverme la moneda. Queda un año, les he dicho yo, pero ellos han ido más allá: "No creas, puede ser antes". Así es que la gracia me va a costar estar al quite 365 días al año. Sin embargo, lo bien que me lo pasé ayer valió la pena.

28 diciembre 2009

Tras dos años, adiós a Andorra

Suena como lo que es. Una despedida. Andorra nos ha acogido durante estos dos últimos años y aquí hemos estado muy a gusto, pero el viento vuelve a soplar hacia el sur y abandonamos las montañas.

Bien es sabido por todos que el clima del Principat me afecta demasiado, y que cuando voy hacia el Mediterráneo el corazón se me ensancha. Qué le voy a hacer. Pues ya está claro: nos volvemos.

La Pepa trabajará en una empresa de publicidad en la que está metida su hermana Carmen, que se está creando en Xàtiva, muy cerca de su querido Benigànim y de su familia. Dice que está harta, aunque yo no me lo creo, de estar al pie del cañón con la actualidad. Deben de ser los años. A mí me han ofrecido un contrato en Decathlón en la sección de triatlón, que de momento está en proyecto pero que quieren impulsar. La mala noticia es que iré al centro de Torrent, que está un poco más lejos, pero la buena es que me ponen de gerente de la sección, porque dicen, literalmente, que vendo muchas burras. Y nada, que tendré que tirar de ingenio para hacer que la clientela pique, aunque en Valencia el tema del triatlón está en auge, y espero que todo vaya bien y los compis de la Universitat de València me echen un cable.

El problema es cómo decir que nos vamos en El Periòdic d'Andorra. Va a ser difícil, pero espero que publicarlo aquí sirva para que algunos se hagan a la idea. Los jefes sé que no lo leerán, así es que ya les informaremos esta misma tarde.

En realidad, estoy contento. ¡Volvemos!

25 diciembre 2009

¿Despedimos el año?

Como no puedo escribir mucho, solo con una mano, pues aquí va un video para despedir el año 2009.

Feliz año a todos.

22 diciembre 2009

Nieva, ergo ruedas de contacto

Levantarse por la mañana y ver que nieva es algo realmente precioso. Desayunar observando cómo la montaña se llena de blanco, cómo las aceras se cubren de ese manto, cómo sin embargo las máquinas quitanieves luchan por mantener el negro del asfalto, es cuanto menos curioso. Apurar el café y salir de casa camino del trabajo es el siguiente paso, y es aquí cuando ella entra en escena. Los tres dedos de nieve de la calle por la que aún no ha pasado la quitanieves no son un problema. Ella rueda y rueda, firme y esbelta, sin miedo ni deslices, sin problemas. El neumático de contacto es uno de esos inventos que te permite seguir en activo cuando la nieve intenta bloquearlo todo. Y eso en Andorra sucede en bastantes más días de los que uno se puede imaginar.



No hay coche local en este pequeño país que no los calce entre los meses de noviembre y abril, a veces mayo, meses invernales de la norteña media naranja planetaria. Son una garantía y una seguridad, sobre todo en esos días en que la nieve y el hielo se juntan para formar una combinación en situaciones normales muy peligrosa. La rueda de contacto es normal, mismo grosor, mismo diámetro, pero de dibujo diferente. Estriada y rayada, encuadrada en múltiples profundidades que permitirán al agua, a la nieve, surcar su superficie con mayor facilidad, expulsándola de su camino y permitiendo que el vehículo se asiente al asfalto, se aferre a él, y así que el conductor y sus ocupantes sientan que, oh milagro, van seguros.



Cada coche es un mundo, porque los hay con tracción en las dos ruedas, pero también en las cuatro. Son ventajas y desventajas. El de las dos ruedas motrices sólo está obligado a cambiar esas, mientras que las otras son opcionales. El coche se mueve por la fuerza que imprimen esas ruedas en el suelo, y las no motrices no son más que miméticas, puras imitadoras de movimiento. Sin embargo el vehículo que tracciona gracias a las cuatro ruedas debe cambiarlas todas. Sorpresa: más gasto; añadido por el hecho de que este tipo de coches suelen ser todoterrenos y automóviles de gama alta, con lo que los neumáticos, además, se encarecen extremadamente. Verbigracia: el dueño del Golf GTI Motion y tal y cual, último modelo, seis marchas, tracción total, tiene un problema. A saber: la rueda le puede salir alrededor de los cien euros. Sumando mano de obra, en total 500 eurazos redondeando. Por el contrario, el tipo del Seat Ibiza básico, normalito, clase media, cambia un par de ruedas por poco más de 100 euros, que es dinero, pero no medio sueldo. Son cuestiones sociales, diría, cuestiones cercanas al qué dirán y ligadas muy de cerca con la cultura del bienestar rayana en la tontería del más y más y más. De ese sentimiento de poder que le da a uno tener un bolso más caro, un pendiente más brillante, unos zapatos tope gama y una chaqueta a la moda. La estética. La presión social. Esa que en Andorra es máxima por ser tan pequeño, por ser vecinal, casi un pueblo-país en el que todo el mundo sabe de todo el mundo, y el que tiene un Ibiza es el del Ibiza, punto, y el del Golf es el molón de turno.



En Andorra el coche tipo es de gama alta –faltaría más-, por no añadir que es un país en el que se asegura que existe un gran número de población que cuenta con más de uno. ¿Riqueza? Más bien calidad de vida, pero no nos engañemos, no tanto una calidad económica, sino la vital intrínseca al país: paz. Aquí el dinero te aporta bienestar, el trabajador medio curra para vivir, y vive en su mundo pequeño –como todo en el Principat- y no necesita mucho más. Por eso, el dinero vuela a su antojo y sin miedo en los caprichos: la bici, la moto, el coche, el apartamento a pie de las pistas de esquí. Y poco a poco se entiende todo en uno. Detalles. La población andorrana, la residente y la oriunda, demuestra su poder en el garaje, donde está el Pontiac o el Porsche Cayenne, y el remolque de la moto de nieve, al lado del Seat Panda, con los neumáticos que se guardan según la temporada –invierno y verano-. Todo sea por evitar el descontrol en la conducción. Y ya sabes, si no cambias las ruedas, siempre te queda la opción del autobús, aunque eso suponga un calvario -1,40 euros, más de veinte minutos de espera a la intemperie, con la que cae- al que sólo unos pocos sin vehículo propio se ven abocados. A más coches, más ruedas, y así, a más tocan los dueños de los talleres, que vienen a ser los mismos que tienen en su poder otras empresas, dominios esquiables, bancos, perfumerías, farmacias, ópticas, tiendas de discos o de deporte, electrónica… pero esta es otra historia.

21 diciembre 2009

Frío y calor



Me traigo de Valencia frío y calor. El frío que ha hecho, realmente espectacular, y el calor de mi familia y de mis amigos. El video de arriba, de hoy mismo, día en que ha estado nevando en Andorra hasta las nueve de la noche, sin parar, y hay metros de nieve por todos lados. Quitanieves por las carreteras, y por las aceras con los quads. Todo para que no nos matemos en coche o andando. Cadenas obligatorias en todo el país. Hoy hemos llegado tarde a trabajar todos.

La imagen de abajo es de la comida del domingo en Pinedo. Al lado del mar, paella de marisco y de pollo, conversación, recuerdos, todos actualizados los unos de los otros. Felicitaciones del nuevo año, de la Navidad, besos y abrazos. Nos queremos, qué bien, ¿no? Me encanta. Faltaron pocos (Dani, Ainara, Jorge, Juanlu, Dulci, Luis, Quique, Alta). Las Navidades solitarias que nos esperan entre montañas se llevarán mejor con el recuerdo de todo.

20 diciembre 2009

Pep per molts anys














Entrar en casa de mis padres, saludar y recibir un "¿pero tú no estás viendo el partido?" es descorazonador por cuanto me hace pensar en mi a veces inexplicable pasotismo futbolero. El partido no es uno cualquiera que nunca vería, sino la final del Mundial de clubes en la que el Barça sueña con ganar, por fin, ese premio, y de paso ser el mejor equipo del 2009 y el de la historia con seis títulos de seis posibles -Liga, Copa y Recopa españolas, Copa y Recopa europeas, y el Mundial de clubes-. Si me hubiera levantado de la cama y hubiera recordado que se jugaba ese partido, para mí el mundo se habría detenido al instante y hubiera girado en torno a esa final.

Pero como al levantarme sólo pensé en comer, pues ya se me fue el santo al cielo. Así es que mi día transcurrió normal y soso, sin mucho sentido, y entonces sólo durante los 15 minutos de la segunda parte de la prórroga viví un cúmulo de emociones que durante el día no me esperaba por olvidadizo, pasota o ser extraño. ¿Llegué tarde o en el momento justo?

Entonces varias imágenes se quedaron para siempre en la memoria del deporte. Primero un remate de gol inverosímil, de los que nunca se ven, de un jugador pequeño pero rápido que se adelantó a uno alto y fuerte como Verón, la Brujita que la fortuna quiso que estuviera allí viendo bien de cerca la genialidad de la Pulguita con su golpe de pecho -golpe con el corazón que dicen algunos- y que por aquello de la grandeza visual de este deporte quiso que el presente, Messi, reflejara en esa imagen junto a Verón, el pasado, un fútbol argentino que siempre dio, da y dará muchos magos del balón, con la venia de Maradona.



Pero luego salió él. El gran mago. Pep. ¿Qué ha hecho este hombre? "¿Hasta dónde he llegado?", se debió preguntar el siempre atractivo Pep justo un instante antes de romper a llorar ante los ojos del mundo que son las cámaras. En el centro del campo, sólo como siempre pero en esa soledad que le hace formar parte -clave- del grupo que es este Barça. Aislado, fue recibiendo abrazos de técnicos, fisios y jugadores, e incluso de futbolistas que sufren con él porque no gozan de tantos minutos como quisieran, jugadores que pese a esos puntos de rabieta que siempre pueden tener, valoran y adoran a un entrenador que tiene el difícil papel de controlar los egos de sus niños. Porque un equipo de fútbol profesional es eso, un equipo de niños bien, jóvenes con dinero y lujo alrededor, que sólo piensan en una cosa redonda que llevan en sus pies, y ven con egoísmo extremo ese su mundo, para lo cual es fundamental un entrenador-psicólogo que haga fluir los talentos entre tanta basura. Y para eso está Guardiola. Él llora y hace ver a todo el mundo varias cosas: el fútbol profesional es de una presión ambiental desproporcionada, pero el fútbol y algunos equipos son un sentimiento, y Pep, que es tan de andar por casa, quiere a su Barça. Y es por eso que es, en vida, una leyenda. Per molts anys.