28 marzo 2012

La evolución del debutante en la Media maratón

Segovia. 25 de marzo de 2012. Dani Sesma debuta en una Media maratón. Hace un par de años, pensaba que correr era de "chalaos", y ahora, 21 kilómetros por delante. El día de antes no está nervioso, de hecho solo tiene un sentimiento de ilusión. Está concienciado, ha entrenado y su objetivo es acabarla. Se levanta dos horas antes, desayuna bien, descansa y piensa, se mentaliza. En la salida, junto a Marisa, Laura y Mariano, todo eso se olvida. Risas nerviosas, nervios que se desvanecen en cuanto empieza a trotar.

Km 6. El cuerpo mantiene las energias del inicio, es como el calentamiento, cuando la mente está fresca, se mantiene la alegría general, incluso en el centro del pelotón de corredores se escuchan conversaciones.

Km 10. Mitad de carrera, donde mantienes la ilusión, te notas bien, sientes que has entrenado y sigues con una actitud positiva porque la cabeza funciona. Ya has hecho media carrera casi sin notarlo. ¿Cómo no vas a soportar la otra mitad? Solo te asalta una duda, una pequeña duda, porque la rampa en la que estás es larga, y empiezas a pensar dónde demonios acaba.

Km 12. La larga cuesta empieza a ponerse pesada. Las piernas se endurecen cosa mala, y las pulsaciones se aceleran, la respiración se torna intensa, y la pequeña duda inicial ahora es la entrada en un túnel oscuro. Hay que ponerse serio. Tal vez, se pregunta uno, ha llegado la hora de empezar a sufrir. ¿Agua? Bien, gracias.

Km 13. Y sigue cuesta arriba, y pasan los kilómetros, y entonces ya no tienes dudas: es la hora del sufrimiento. Sabías, ya te lo habían dicho, que habría un momento en el que tendrías que pasarlo mal. Ya sabes, aquello de quien algo quiere, algo le cuesta.

Km 15. Vas tan tocado, que te preguntas si eres tú solo el que tiene problemas o es, sin embargo, la tónica general. Tal es así, que a la mínima entablas conversación con alguien, monosilábica, para tantear el terreno, ver por dónde andan los tiros. Entonces, caes en la cuenta de que no sufres tú, sino todo quisqui. Estás en medio del túnel oscuro, donde una rampa de 10 metros es un puerto de montaña, donde una acera que salvar es una escalera de un edificio de 20 plantas, y donde el avituallamiento de turno es como un oasis que anhelas como agua de mayo.

Km 16. Es el punto clave, donde la cabeza tiene que coger las riendas porque el cuerpo te pide parar, pero es tu cerebro el que debe enviar las señales adecuadas, aquellas del ¡venga!, ¡ánimo!, ¡un esfuerzo más! No queda más que darlo todo, al ritmo que sea y como sea. Es superar este obstáculo y después, la recta final.

Km 16,5. Te sientes solo, pero al fondo percibes señales positivas. El silencio sepulcral de los participantes de tu alrededor te sigue diciendo que todos sufren, y que tú no eres una excepción. El túnel se acaba porque conoces el recorrido, y allá al fondo hay una curva que gira en redondo y te devuelve a la rampa cuesta abajo, dirección a la meta. Ese es tu reto, llegar allí. Correr por miniobjetivos.

Km 17. El final se acerca. El mal rato que tenías que pasar ya es historia, incluso se te ha olvidado. Ahora queda poner en marcha el manual: regular, consolidar, tener paciencia. Los kilómetros pasarán y llegaré a la meta. Como todo se estabiliza, incluso vuelves a pensar con claridad, sonríes de nuevo, saludas y te convences de que vas bien, que te duele todo, pero que acabas, porque esto ya está hecho.

Km 21. La entrada a meta, el momento mágico, el nudo en la garganta por los ánimos que recibes en la recta final, por escuchar la música y el 'Maneras de vivir' de Rosendo de la banda en directo que se arranca al ver a los corredores, y especialmente porque tienes un tembleque de piernas y espíritu que si ves a tu mujer, a tus padres o a cualquiera que grita tu nombre, estallas por dentro de puro placer. El debut confirmado, la meta superada.


La foto obligada. Los compañeros de entrenamientos durante meses, los amigos en carrera, la familia que te ha animado, los que han sufrido contigo y te han dado tantos ánimos como tú les has dado a ellos. El éxito en las caras, pero también el cansancio, el dolor de las piernas acartonadas. Un sinfín de sensaciones que estás seguro que volverás a vivir, porque cuando haces una Media maratón, piensas en la siguiente. En unos meses, quien sabe si en semanas. Pero estás en la rueda y sabes que te gusta.

2 comentarios:

cms dijo...

¡Felicidades primo!!

Daniel dijo...

Gracias!! ;)