16 octubre 2010

De Steven Spielberg a Steven Seagal

Todo europeo de medio pelo ha visto alguna película de Steven Spielberg. Son archiconocidas Tiburón, ET, Encuentros en la Tercera Fase, Los Goonies, su saga de Indiana Jones y todas estas pelis que cuando éramos pequeños, y no tanto, nos apasionaron. El que no las conozca, que haga dos cosas: 1, autoinfligirse una sarta de bofetadas por alelado; y 2, analizar qué ha hecho con su vida. Este hombre lleva desde los años 70 dando guerra, pero de todas sus películas, una de las que mayor impacto me produjo fue El Diablo sobre Ruedas (1971). En realidad, esta cinta estaba destinada a la televisión (lo que se conoce como telefilm: algo barato para entretener, sin más), y es la primera que hizo Spielberg. Para ser el debut de un director, es impresionante.

El camión malo malote, un mito. ¿Acojona o qué?

El Diablo sobre Ruedas es un peliculón que te mantiene en tensión durante la hora y cuarto que dura, y cuenta la historia de un hombre que en viaje de negocios por una carretera del desierto americano, conduce su utilitario tranquilamente hasta que un camión cisterna que da un miedo que te cagas, le hace la vida imposible hasta el punto de querer matarlo. Nunca se ve al conductor del malo de la película (el malo no es el conductor del camión, sino el camión en sí). El cisterna, marrón, oxidado, robusto y fuerte, juega con el cochecillo a su antojo, hasta que en un final memorable, embiste al pequeño vehículo con el conductor a salvo en el último instante, pero al borde de un precipicio. El plano del camión chirriando, cayendo ralentizado por el barranco y destrozándose, es la de un león que ruge en sus últimos momentos antes de morir de dolor.

Salto al vacío del camión (o aquello del morir matando).

La cuestión de esta entrada es que, para mi sorpresa, anoche hacía zapping por la cantidad de basura televisiva que se puede ver hoy en día, y después de apretar el mando con asco y a toda velocidad para no ver al bicho ese llamado Belén Esteban en un primer plano vomitivo de su geto, me encontré con una escena de acción de uno de los 'mitos' del cine (apreciese el entrecomillado): Steven Seagal en En Tierra Peligrosa 2. Con Steven (para poner en situación a los afortunados despistados, uno de esos matones del tipo Van Damme o Stallone), la película es de esas que has de ver con tus amigos, pizzas y unas cervezas después del fútbol, para reírte a gusto de las sandeces, bravuconadas y machotadas del menda. Una peli para un público del perfil del americano base, republicano y con un arsenal en su casa, por si vienen los malos.

Él acaba de dejar algo echo añicos, pero no se despeina.

El caso es que dicha escena de acción pintaba a nuestro amigo Steven al volante de una desvencijada camioneta típica del sur de Estados Unidos, y detrás de él, un camión de morro largo al más puro estilo yanki. Los planos a pie de suelo, la cámara subjetiva en el camión, la persecución en sí, me recordó a la película de Spielberg, y entonces mantuve la emisión. Seagal se adornó con maniobras de intrépido, y el camión con golpes que dicha camioneta nunca aguantaría, y hasta el tema tuvo un intento del morlaco de aplastar a nuestro amigo Steven y su viejo vehículo contra la ladera de la misma montaña. En esas, una piedra cayó del cielo y cristalizó la luna delantera del héroe, y este, memorable, soltó una patada a la luna (con el pie derecho: el del acelerador, ¡ojo!) para expulsarla y poder tener visibilidad. Las cabriolas de la pick-up eran de escándalo, pero Steven seguía sin despeinarse. El crack. En esas, se mete en un terreno de tierra, los planos se abren mientras se ve el rodar de sus ruedas a toda prisa, y se intuye que es una pista sin salida. Allí, el mago del volante frena la camioneta, y entonces el camión embiste a sus anchas, con Seagal haciendo un pase de torero y el camión volando y chirriando por el acantilado, en una imitación de la mítica escena de Spielberg. Y ovación y aplausos por la jugada. En la siguiente escena, Seagal se va a misa, chaqueta de cuero abotonada, pelo tieso como la piedra y entrando en la iglesia moviendo el cuello de izquierda a derecha para colocar las cervicales, y entonces suelta un discurso al hilo del argumento de la peli, el cual desconozco sin pesar. Qué grande es el cine.

Steven Seagal, la camioneta, su chaqueta, su pelo engominado y su porte de duro duro.

4 comentarios:

Paulina dijo...

Hola
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Pau

Rafa dijo...

Hola Paulina Cortez:

- Quisiera decirte que si eres un virus, gracias por la invitación, pero mejor lo dejamos.

- Sin embargo, si no eres un virus y efectivamente eres persona, decirte primero que disculpa por tratarte como tal, pero es que no está mi ordenador como para recibir ataques de troyanos enfurecidos. Espero que lo entiendas; segundo, decirte que en el caso de ser persona (como así lo espero) estoy encantado de estar enlazado por donde quiera que sea, pero en todo caso no tienes más que coger y pegar mi dirección en la tuya (http://rafabatallitas.blogspot.com).

-Decir simplemente que si eres un virus-persona, como virus eres muy educado y convincente, pero no sé el valor que darle a la persona.

Ahora bien, como he visto que una tal Paulina Cortez escribe en un blog que se llama http://www.blogtierramarilla.cl/ dedicado a la gente de la Tierra Amarilla de Chile, pues empiezo a pensar que no sólo eres buena persona, sino que no tienes nada de virus. En todo caso, puedes copiar mi dirección y la pegas, y así evitamos cualquier película de acción, ya sea de Spielberg o de Steven Seagal.

Si es afirmativa la respuesta, entonces añado yo tu blog al mío, una vez estudiada la situación, y si es al caso.

Un abrazo.

Rafa

Mary dijo...

Buenísima esta entrada. ¿Tienes la peli? No la he visto nunca a la venta ni en alquiler. La de Spielberg, claro, no la de Seagal. Estaría bien volver a verla. Eso sí, sin tener previsto coger el coche después...

Rafa dijo...

sí tengo la peli, marieta. Me la compré en la fnac en caja metálica como si fuera de oro, jajajaja.