13 octubre 2010

El partido Armenia-Andorra


Ilde Lima, a punto de lanzar una falta, en una de las pocas ocasiones de Andorra.

Ya se ha acabado el partido. 4-0 para Armenia. En el minuto 3 nos quedamos sin ilusión con el 1-0. A partir de ahí, sufrimiento personal por un equipo que me gusta verlo evolucionar. Va poco a poco, pero va. Son unos cuantos futbolistas con su vida paralela a este deporte, con el que no se ganan la vida. Son administrativos, repartidores de mensajería, funcionarios, policías o trabajan en una empresa de seguros. Y futbolistas a tiempo parcial.

En la gradería de prensa, con cara de "que esto se acabe ya".

Ayer perdieron contra Armenia en el Estadio de la República, que era una auténtica fiesta. La afición armenia y sus narices (un día aclararé esto) vivieron cada minuto como la gloria. Son una selección menor que, en los últimos partidos, está ilusionando a su país, porque hacen buen fútbol y porque el otro día ganaron a Eslovaquia (jugó el pasado Mundial de Sudáfrica) y a Andorra, lo cual no es para tanto si se mira bien mirado.

Andorra, los titulares y los suplentes, escuchando El Gran Carlemany.

El caso es que ayer pasaron por encima de Andorra. En el descanso ya iban 3-0, y la verdad es que a uno se le queda cara de tonto porque cuando llegas al estadio crees que puede ser un gran día, cuando suenan los himnos y ves el ambiente te emocionas y supones la sorpresa, e incluso te imaginas un gol con el que poder saltar del asiento. Tal vez con eso sea suficiente. Pero ayer no fue ese día.


Antes de entrar al estadio de la República de Armenia; por fuera parece una plaza de toros.

Sin embargo, pienso que el fútbol es como el ciclismo (¿esto lo he escrito yo?). Es decir: el esfuerzo siempre trae sus frutos. A lo mejor el premio es simplemente ir a cola de grupo sufriendo, pero aguantando los tirones. Pero ya es un premio si vienes de más abajo.

Salud. Y kilómetros.

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