14 mayo 2008

Que la sonrisa no se apague, que el tiempo todo lo cure


Quisiera enviar en estos momentos un abrazo muy, pero que muy fuerte a dos amiguetes que allende los Pirineos, pasando Francia y dentro de Alemania, no se encuentran en el mejor momento. Anais y José -ella la sonrisa francoalemana más eterna del mundo, él el segoviano más batallador y rudo con permiso de don Perico- han tenido sendos contratiempos, y ambos relacionados con el deporte.

Anais ha sufrido una de las peores lesiones, rotura de ligamentos de la rodilla. La sonrisa eterna dice adiós a triatlones (el primero lo tenía este fin de semana), a la Marmotte (esto sí que duele) y seguro a otros proyectos que tenía en mente. Se lesionó en clase de atletismo en los saltos de vallas. Un besazo para que no se apague su luz.

José, el Segoviata como a mí me gusta llamarle –nunca le he consultado si a él le molesta, pero si es el caso espero que me lo diga-, fue a disputar una carrera popular alemana de 10 kms, una minucia para este devorador de kilómetros en bici o a pie, pero el amigo fue sin comer después de recorrerse calles y calles con la bici repartiendo el correo de la zona. Le dio un yuyu y acabó en el hospital. No es irresponsable, lo conozco, pero estas cosas pasan cuando se fuerza demasiado la máquina. Ahora está recuperándose del susto.

Por ellos dos pongo aquí dos fotos especiales. La de arriba es de ambos, paseando su amor por los Picos de Europa el pasado año, en julio, y abajo cuelgo una foto que me encanta, en la que están ellos dos, con Óscar, Anne, Amparo y el que suscribe en uno de los dos días más memorables de mi vida con noche en refugio de por medio y buena compañía. Una gran tropa que disfrutó de aquellos maravillosos Picos de Europa en unos días breves pero intensísimos después de los cuales el cuerpo, a todos, nos dijo también basta.

Se os quiere. Que lo sepáis.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muchas gracias. De verdad que se agradece. Nosotros también os echamos de menos. Tengo un recuerdo fantastico de las vivencias que hemos compartido, ya sea en Valencia como por otros lares, y no tengas ninguna duda que no veo el día que llega la Marmotte y poder compartir un día con vosotros, y además haciendo lo que más nos gusta. Ya sabes -y si no lo sabes te lo digo- que os temenos un aprecio muy especial, y vernos tan poco no deja de producirme cierta melancolia. Pero a la espera de un día de encuentro general en los Alpes;

Un abrazo muy fuerte para la Pepa y para ti.

Jose y Anais