¿Qué nos está pasando? ¿Adónde vamos a parar? Esta sociedad infecta parece abocada a una guerra. El otro día un amigo lo comentaba. Me dijo: "¿Crees que es imposible que haya una guerra, un estallido de violencia en un país con más de cinco millones de parados, con millones de familias enteras que no ingresan nada y que están desesperadas?". Visto así, acojona, pero es que, ¿realmente hay alguna solución para estos casos?
En los últimos meses hay varios ejemplos que nos llaman a la sublevación total. Oiga, nada de medias tintas ni quince emes. Palos de escoba y al parlamento y a los bancos. Esto es inaguantable. En un país en el que unos privilegiados que dicen representar al pueblo se embuchacan una leña, en el que otros muchos se aprovechan de dinero oficial, público, que pagamos todos, en una España podrida de mangantes, la mayoría en sofás atrincherados, con unas tasas de corrupción inauditas... ¿adónde vamos a parar?
Ya ni nos enfadamos cuando oímos en la radio que una alcaldesa de no sé qué localidad se ha gastado un centenar o más de euros en un tratamiento de belleza pagando con la tarjeta del consistorio. No entramos en trance cuando escuchamos las grabaciones del caso Gürtel, el amiguito del alma te quiero un huevo y aquello del bolso que le compro a la alcaldesa de Valencia. No nos echamos las manos a la cabeza cuando otro político se compra una mansión y ayuda a un miembro de la realeza inútil a llenarse los bolsillos en conferencias que poco aportan, sino déficit.
Es una vergüenza de país. Se nos debería caer la cara a trozos de perdigonazos, se nos debería hacer un hueco en el estómago y caernos una lágrima y otras muchas cada vez que un nuevo caso de mangoneo sale a la luz. No hay derecho, amigos, no hay derecho a aguantar a este país ingrato, bello pero traicionero, en el que la picaresca debería haber sido tan solo un género literario, y no una manera de hacer y de vivir.
Italia es una broma ante todo esto. Berlusconi es un paleto comparado con lo que tenemos aquí, Porque nos puede la vanidad, porque nos encanta ver que el mundo nos mira por tener Fórmula 1, porque un presidente sonría a los mandos de un Ferrari, porque nos encanta que nos tomen el pelo.
Podría emigrar más lejos de la Andorra en la que me encuentro, pero sin embargo a más distancia, mayor sería mi dolor ante tanto desconsuelo, tanta basura humana y tanto mentecato de coche oficial y sonrisa facilona. Pero que a nadie se le olvide, en 2012 no habrá un quince eme, se dará un paso más, y me temo que la violencia callejera será el primer paso. El pueblo está harto, el pueblo empezará a pasarlas canutas, Así es que algunos deberían irse preparando, porque van a caer chuzos de punta.