17 abril 2011

¿Castigo o no?

Hoy me he castigado, pero lo que al principio era un enfado serio conmigo mismo, luego ha resultado un gozo. Así es que, ¿en qué quedamos?

Pues me explico. Hoy he salido con el ACA, y ya en la cama no tenía muy claro si ir o no. Al final, con prisas como siempre, he salido de casa con un vaso de leche (¡clonc!) y un bocata de Nocilla en el bolsillo por si me daba el yuyu. He llegado a la salida el último, como siempre, después de bajar los 6km de puerto desde casa como si se me acabara el mundo y con la lengua fuera.

En el camino me han informado de la salida del día: 70km con pique en la subida a Arans, de 9km. Me ha venido un mal cuerpo de mucho cuidado, porque yo quiero hacer kilómetros y no darme de bofetadas (eso ahora, más tarde...), y así es que ya he ido mal todo el día, entre el madrugón, el no desayunar bien, el calentón para llegar a la hora... Al entrar en el kilómetro 30 he decidido, pese a dar la nota en una peña en la que nunca veo a casi nadie comer, sacar la flauta que llevaba por bocata. Uno hasta me ha dicho si me ponía algo de picar, el cachondo. El caso es que me encontraba flojo, y la Nocilla es mi amiga.
Camino de la emboscada del día, con el bocata dando vueltas en el estómago y más allá, tan mal me sentía que me he metido el último del pelotón, tal cual. Allá andaba yo pensando en qué mala hora me había levantado por la mañana, y en una de esas ha llegado el momento del pique serio, cuando en la base del puerto, con 9km por delante, se ha dado el pistoletazo de salida.

Cualquier otro día hubiera hasta atacado en plan farol ante tanto gallito suelto como había hoy, pero he empezado a escurrirme hacia atrás y cuando me he dado cuenta ya andaba solo, con nadie a la vista ni por delante ni por detrás, y con las piernas como palos de madera. En tierra de nadie, donde menos me gusta estar, he puesto un ritmo cansino y aburrido y al final he coronado. No sé ni la posición, pero calculo más allá del 20, de unos 30 como mucho.
Al llegar a Arans, como no lo conocía, mientras se esperaban a la llegada de los rezagados, me he ido al pueblo a mirar. Me he encontrado perros de pastura sucios como el amo y con la misma cara de ¿y tú quién eres?, y alguna fuente curiosa, pero sobre todo, unas vistas espectaculares porque sin querer estábamos a más de 1.300 metros de altitud.


Y nada, que al dar media vuelta y llegar con el grupo al punto de reagrupamiento, mientras el ACA ha ido camino de casa, he decidido darme un par de bofetadas ciclistas, tal era mi enfado personal. Al final, pese a creer que sufriría un desfallecimiento y que tendría que hacer la llamada del auxilio, me he metido 115km, y como en los bolsillos he encontrado dos barritas y un plátano que no recordaba, al final he llegado a casa entero y contento, hasta gozando en la última rampa del 22% que tengo a medio kilómetro del portal. Con lo cual, no sé si ha sido un castigo o un gozo. Siempre es la gran duda cuando caes rendido en el sofá.

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