30 septiembre 2011
Enorme documental: Historia de la bicicleta
29 septiembre 2011
Menudo olfato
Al día siguiente, leyendo la prensa veo que el presi estaba en Madrid en una reunión de la Federación Española por una lucha de cambios de horarios, de pagos y demás, y yo veo mis páginas de bombo y platillo y siento un cosquilleo extraño al ver que todos los demás medios tiran por aquella reunión. Patinaje artístico sobre hielo, lo mío. Olfato goleador. Máxima intensidad. Es como pisar a fondo el acelerador y salir despeñado como Grace Kelly. Viento en popa a toda vela, no corre el mar sino vuela, un velero bergantín...
Necesito reciclarme a marchas forzadas. Y rapidito.
26 septiembre 2011
Cuestión de tríceps
En fin. Esto es lo que hay, que uno va a hacerle una entrevista a un jugador de baloncesto de dos metros y un tríceps descomunal, y el fotógrado que dice que quiere hacer pruebas de foco te juega esta mala pasada que deja tu brazo y tu orgullo de hombre fortachón a la altura del betún. Foto: Àlex Lara.
24 septiembre 2011
Vuela, vuela, pajarito
Aquí está en primer término el francés Démare, nuevo campeón del mundo de ciclismo en categoria sub-23. Mirad cómo vuela el pajarito, cómo celebra su victoria, cómo ve que es el mejor del planeta de su edad. Un crack. Como Petit, su compañero, detrás, agazapado, seguro de su triunfo y su anonimato, fiel escudero, sin pensar en las hordas enemigas que llegan por detrás, dispuestos a comérselos con patatas. Se les escaparon los pajaritos.
22 septiembre 2011
Participar en un Mundial: David contra Goliat
De entre los muchos Goliats, allí estaba el andorrano, fino, calculador, entregado, nervioso, tensionado, exigente, excitado, un tío con un carácter fuerte que sabe que tiene patas para estar rindiendo a un nivel más que óptimo. Hablar, sin embargo, de estar a la altura de los grandes son palabras mayores, pero no es eso lo que se persigue cuando un andorrano como David se planta entre la elite. Aquí lo que importa es darlo todo, y darlo de la mejor manera posible. No es ir a ganar, sino a tener la motivación para que en cada curva, en cada recta, en cada pedalada, se te vaya un poco de tu vida apostando por dejar tu nombre y el de tu país, Andorra en este caso, tan cerca de las estrellas como sea posible. Porque eres un elegido.
Sí, el debate está abierto, porque dicen algunos andorranos, sistemáticamente, que cuál es el sentido de llevar a competir a un deportista que quedará en la cola de la clasificación (el 60 de 65, de los que acabaron 62: Álbós corrió en 1h 03min 22s, a una media de 43,926km/h, a 9min 38s del ganador, un rendimiento que nadie en Andorra es capaz de superar, y un rendimiento más que bueno). El sentido de todo esto es social, es un sentido de país, es un sentido de orgullo y sobre todo es un sentido de presencia internacional. Nunca miré a Moussambani -Eric Moussambani, el guineano que representó a su país en natación en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000 y que parecía ahogarse-, como a un pordiosero que hizo el ridículo en una piscina, sino como al guineano más rápido de su país que tenía todo el derecho del mundo a representar a los suyos en la fiesta del deporte que son unas Olimpiadas. Máximo respeto.
En el Mundial de ciclismo pasa lo mismo. Si Albós no participa, si Andorra reniega de su representación, entonces reniega del deporte, reniega de la posibilidad de permitir a su juventud tener esa motivación de estar algún día entre los mejores, sea lejos muy lejos o cerca muy cerca, pero el esfuerzo que durante toda su vida hace esa persona y todo su entorno por poder aspirar a una meta así, es inigualable y da a un país un sentido de lucha. No se puede aspirar, siendo Andorra un país minúsculo de población escasa, a tener a un tío entre los diez mejores del mundo, ni siquiera entre los 20, tal vez hasta sea utópico pensar que pueda quedar entre los 30 primeros, pero, ¿acaso es esto importante? ¿Acaso no se gana más que se pierde? Y para los escépticos, ¿qué se pierde con esa participación? ¿Acaso hablamos de pérdida de dinero? En ese caso, ¿la inversión económica en deporte, con todo lo que significa y mueve, no tiene sentido? ¿De verdad? ¿Cuáles son entonces los valores que se persiguen en una sociedad?
Muchos deportistas individuales andorranos participan en pruebas internacionales, de judo, de karate, de atletismo, de natación, de gimnasia. Ninguno destaca en nada, eso es así, pero allá donde van deberían tener el reconocimiento de, al menos, la gente de su propio país.
A David lo conozco poco, pero algo. La última vez que salí a entrenar con él fue hace un par de años, cuando me llevó por un terreno rompepiernas, yo a 'pijo sacao' y él sin bajar de 140 pulsaciones, lo que significaba que subiendo iba lento y yo a saco, y bajando iba a saco y yo sin piernas. Me dio tal paliza -fue como una carrera para mí, mientras él me hablaba- que me quedé sin defensas, y al día siguiente cogí el gripazo del año. No me atreví a volver a entrenar con él a solas. Para mí, un ciclista como David, como Miquel Afonso, como Samu Ponce, como Gerard Riart, como los hermanos Pérez, son gente que son, han sido y serán tremendos ciclistas de gran calidad. Otra cosa es que hayan llegado, lleguen o dejen de llegar allá donde solo los privilegiados obtienen una plaza. No habrá para ellos ni un Tour ni una Vuelta ni un Giro ni un podium en un Mundial o en unos Juegos, pero si cerramos la opción de la participación, lo que seguro que no habrá nunca será la ilusión por el deporte, la motivación y todos los valores intrínsecos que conlleva subirse cada día a una bicicleta. Nieve, llueva, caiga piedra, haga viento o haga un sol de justicia. Ese es el espíritu del deportista, ciclista, atleta, judoka, corredor de montaña o lo que sea. El deporte infunde valores.
David sabe que hay algunos que no están con él ni con los que, como él, luchan por representar a Andorra en unas pruebas internacionales con nulas posibilidades de victoria, pero debe saber que hay otros que ayer estábamos en sus piernas, dando zarpazos sobre el asfalto, ayudándole a volar. No éramos pocos, y con eso debe quedarse.
(Fotos: M. A.)
21 septiembre 2011
Superando etapas: Carrie
No hablo del cine de suspense del gran Alfred, porque ese ha sido mi pasaporte cinematográfico, sino del de miedo de verdad. Muchas veces intenté ver "El Resplandor", incluso ya entrado en años. Al final tuve que obligarme a comprarme la película y la vi un día soleado a las diez de la mañana, solo en casa pero con luz natural. Con 30 tacos y cagadito. Y ayer vi "Carrie".
Tenía grabadas en la memoria las imágenes de la escena clave del baile. De hecho, hubiera acertado en un 80% en los planos, pero verla con toda la tranquilidad del mundo fue mejor. Aquella mujer en ciernes con telequinesis que se venga de todos con maldad y esos golpes de vista terribles, aquella madre desencajada que muere en un orgasmo cristiano inigualable, aquel cristo en la cruz con los ojos brillantes, aquella mano que sale del suelo carbonizado y agarra con fuerza el brazo del única alma que se apiada de la pobre Carrie...
12 septiembre 2011
Cuando te tocan la carita
Hace un año estos amiguetes (Samu, Javi, Patxi, Borso...) estaban empezando en esto de la bici, y este verano por Granada, subiendo al Pantano de Quentar, que es justo el punto de ataque de esta filmación, me dieron candela. Javi lo hizo aquí y luego a la vuelta en Blancares, donde tiré hasta del alma para sacarlo de rueda no solo sin conseguirlo, sino que al final el que cedió fui yo. Una lástima no tener aquello en imágenes, porque fue de órdago.
10 septiembre 2011
Vídeo Veleta
08 septiembre 2011
07 septiembre 2011
06 septiembre 2011
Dos ciudades en una
Al salir del meollo, más agua en el suelo, encharcada, motos destartaladas, barro, viejas barbas, musulmanes, gitanos, pañuelos que cubren cabezas, miradas duras, tez oscura y sandalias. Callejones sobre los que cae el sol abrasador, fuentes donde la gente se para a refrescarse, limpiarse la cara, los pies, las piernas, el cuello. En los patios de las mezquitas, a las 13.00 se agolpan decenas de fieles bajo la llamada del minarete, y allá se descalzan y vuelven a lavarse como manda el ritual. Sonrisas, conversaciones animadas, corrillos de amigos que entran en la mezquita en silencio.
Al sur del río Vardar, otro mundo. Calles asfaltadas y algo más limpias, aunque con peros, amplias, de tres carriles, avenidas con tráfico controlado, tiendas, comercios, marcas internacionales. Una escultura al consumismo, a las compras y a la mujer moderna y hermosa que se pasea con su bolso y su compra en una tienda de última moda. La gente le hace fotos y yo la reproduzco con pesar, porque diferencia el mundo occidental, capitalista y enfermo de belleza y poder. El culto al dinero. Entre los centros comerciales, gente ataviada con ropas modernas, de ciudad centroeuropea, aséptico todo, con pretensión de limpieza, sin grandes olores, sin nada característico de algo diferente, nada que nos sea desconocido.
Un ejemplo, los coches: en la parte musulmana, antiguos modelos de Ford, Seat, Daewoo, Fiat, Lada, Mercedes, Volkswagen y ¿Yuko?. En la parte ortodoxa, al sur, nuevos modelos de todas ellas, todoterrenos, Mitsubishi, BMW, Jaguar, Mercedes y los utilitarios europeos de las marcas tradicionales.
05 septiembre 2011
Skopje en detalles
La comitiva que lleva a la selección andorrana de fútbol hacia el hotel transcurre con coche de policía abriendo paso, vía libre, autopista de rectas interminables, señales de fondo verde, diferentes precios de peaje si es en moto, en coche, en caravana, camión o camioneta. A los lados, pequeñas viviendas, casas unifamiliares de tejados rojizos, de dos aguas con frontal. Del centro de un pueblo se anuncia un minarete y un poco más cerca, un campanario ortodoxo. Mezcla de culturas.
Nos cruzamos con autobuses desvencijados, opacos de polvo sus cristales, miradas vacías por el día a día, antiguos trolebuses reciclados, combinación de vehículos antiguos con modernos de dinero, ciclistas urbanos en monturas viejas, motoristas sin casco por doquier. El río Vardar y sus puentes, reformas por todos lados.
El cauce en ciernes, canalizando el caudal, ancho y herrmoso, pero en obras sus riberas, en construcción de paseos, jardines, carriles bicis y de peatones. Todo en proceso. Llegamos al hotel, comemos, descansamos y vamos al entrenamiento previo al partido del día siguiente: Macedonia-Andorra.
Camino al estadio, el Filip II, reformado varias veces, reinaugurado en el 2009, pasamos bares con nombres que se pueden leer, en castellano: “Plaza de Toros”, “La calle del medio”. Banderas de Cuba y del Ché en un ambiente de pretensión occidental. Algunas cosas chirrían, porque el ambiente latino no es esto ni se le parece.
Caminando en paralelo al río Vardar, superamos socabones, parejas que se besan, patinadores, ciclistas de paseo, contenedores de obra, obras, más obras, edificios en esqueleto, polvo en el suelo, de repente una plaza inmensa, la Plaza Central, estatuas de héroes nacionales, entre ellas la de Alejandro Magno que ha formado una gran polémica con Grecia (22 metros de altura, 40 toneladas, unos 9 millones de euros), al fondo una montaña con una cruz tan grande como la fatídica del Valle de los Caídos, pero en la historia macedonia llamada la Cruz del Milenio, allá lejos, muy alta, allá arriba y al fondo, en la montaña que asoma por detrás de algunos edificios, viejos todos, en la penumbra.
Macedonia, oficialmente exigido Antigua República Yugoslava de Macedonia por los griegos porque ellos ya tienen su provincia de Macedonia. Nombre provisional que ya lleva casi 20 años en el mundo, y sumando.
Llegamos al entrenamiento y el calor de la noche es sofocante. A pocos metros del Vardar, los mosquitos y palomillas se multiplican por miles en los focos del estadio, mientras los jugadores entrenan, reciben órdenes, se exigen y se mentalizan para el día siguiente.
Volvemos al hotel, con fotos e ideas, declaraciones y detalles en la memoria. Entonces escribimos, nos concentramos, elegimos la imagen buena y enviamos, vía internet, 12 euros el día, ladrones de guante blanco.
Llega la llamada, el mensaje o el correo electrónico con el OK desde la redacción, y entonces cerramos ordenadores, charlamos, nos reímos, rememoramos, descansamos. Ducha, cena, cerveza, conversación y sueño.
03 septiembre 2011
Ellas cada vez son más
Me imagino a esa mujer de mediana edad que se levanta, se viste de ciclista, se pone el casco y sale de la ciudad para buscar lugares apartados, tal vez un puerto de montaña, o simplemente unas horas de paz con su bicicleta. Ella sola. Eso hace unos años era cosa impensable, si acaso de pocas o consideradas raras mujeres que se atrevían. En mis primeros recuerdos tengo a Paloma, que corría conmigo en la PC Alboraia, o a Pilar, que lo hacía con la Universidad Politécnica de Valencia, donde más tarde apareció una tal Ana, e incluso me viene a la cabeza la madre de Héctor, un niño que creció conmigo dando pedales también en la PC Alboraia.
Pero mi sorpresa es aún mayor cuando descubro grupos de ciclistas formado por tres, cuatro, cinco mujeres de esas que hace unos meses tan solo tenían ojos para el cafelito en el bar y la conversación. Ahora eso se traslada a la bici, con la misma compañía. Eso pasa en pueblos como Benigànim, el de mi mujer, donde un pequeño grupo de ellas queda en un punto concreto, ataviadas de arriba a abajo, y tras sus gafas de sol se preguntan a dónde vamos hoy. Eso lo vi yo una mañana que esperaba en el mismo punto a un amigo.
Hoy nombres podría dar el de unas cuantas amigas y conocidas que hace tiempo le dan al pedal. Son unas pocas de otras muchas que vienen. Su fuerza crece, se hacen grandes, se juntan y se esfuerzan como antes no pasaba, y ahora hablan de Quebrantahuesos, de Treparriscos, de Siete Picos, de triatlones, de medias maratones, de carreras de 10km, de millas, de alimentación, de pulsaciones, de entrenamientos, de amigos y amigas que conocen...
A esto debo añadir que también este verano, al participar en numerosas carreras populares a pie, he constatado que el número de mujeres participantes alcanza un 20% del total de inscritos. Esto es un dato cogido a golpe de vista, pero puedo asegurar que muy cercano a la realidad.
Para colmo, en Andorra, lo nunca visto, si te das una vuelta a media tarde por las zonas donde habitualmente hay corredores, se pueden contabilizar una quincena de ellas de todas las edades, de todas, trotando por donde antes, o bien no se veía a nadie, o bien eran hombres.
Con esto quisiera animar a que el ritmo no pare. Hace unas semanas, en Valencia, rodando a 38km/h dirección Cullera, al parar en un semáforo con las pulsaciones por las nubes, una chica que por lo visto iba a cola de grupo se vino a la parte delantera a preguntarnos a dónde íbamos. Al decirle que hacia Simat de la Valldigna, dijo que bien, gracias, y siguió con nosotros. También hay iniciativas, como el triatlón de la mujer de Valencia, de distancias algo más cortas que el sprint para incentivar la participación, y en el cual desde hace meses no quedan plazas. Eso antes no pasaba.
01 septiembre 2011
Mirando a Cuenca desde Olite
La escena es buena por el hecho, pero también porque detrás de todo esto, además de él, en ella hay un cargo público. Es alcaldesa de una ciudad belga, y entonces, claro, ya se ha montado una buena. La prensa, que al mismo tiempo que se ha lanzado al cuello de que estas imágenes sean públicas las ha promocionado a manos llenas, ha hecho que la pólvora prendiera como toca. Y aquí estamos, tratando el tema con chispa, porque la tiene, porque aquel apretón trae estas aguas revueltas, en las que sin embargo la susodicha, con seriedad y temple, se ha presentado como si tal cosa a trabajar, ha sorteado a los fotógrafos que esperaban su sonrisa y ha dicho, pausada, que tales hechos no afectan a su trabajo diario en el cargo que ostenta. Y santas pascuas.
Lo que ha conseguido, la aliviada, es dejar claro que aquí el más pintado tiene un momento de sofocón que soluciona como buenamente puede, en el Palacio de Olite, en la playa, en la base del acueducto de Segovia o allá donde te quiten las telarañas. Qué más da. Pensar que aquí nadie chusca es una soberana memez, y meter por meter, con amor o sin él, es tan natural como el comer. Así es que, que no nos vengan con moralismos, que el mayor pardillo ha dicho alguna vez esta sí que es mía, y a Cuenca lo que es de Cuenca, así, sin mirar ni analizar. Catacrac.
Otra cosa es que eso (el ser filmado y por ende público, que no el hecho) le hubiera ocurrido a un político español. En ese caso, el menda o la menda estaría comunicando su dimisión a quien correspondiese, por el qué dirán, y tiene huevos la cosa, en un país donde muchos roban y no dimite ni Dios.