29 marzo 2010

Etapa mítica del Tour 2010: aviso a navegantes

Me preocupa una cosa. Hace unos meses se habló aquí de una salida en bici mítica mezclando ambiente del Tour, historia del Tour y etapas del Tour. Tour por doquier. El tema es que tengo dudas respecto a la opción de hacer esa salida. Yo confío en mí porque me conozco, porque me hace una tremenda ilusión y porque esa ilusión está viniendo acompañada por buenas salidas que me están dejando muy buen sabor de boca. Hablo, por supuesto, de entrenar. Confío en mí, pero las dudas que me asaltan son de tiempo material para hacerla. Ya he recibido mensajes de compañeros poniendo en duda la ruta, y no les falta razón, aunque ha de quedar claro que el objetivo no debe ser otro que llegar lo más lejos posible, hasta que el cuerpo o el sol manden.




Para afrontar esa etapa del Tour y esos días en los Pirineos no podemos andar con salidas de sábado sí sábado no. Hay que sudar mucho, cada uno lo suyo, y programar aunque sea a bote pronto salidas muy largas con otras muy cortas pero potentes, y cosas así. Yo sé que estaré preparado físicamente porque hoy ya creo que casi lo estoy, pero también dudo de la reacción del cuerpo en aquel día, y puede ser que ni siquiera supere el segundo o tercer puerto, o que resulte que llegue al final. Es todo una incógnita, pero sé que estaré listo, mental y físicamente.

Son importantes estos dos factores. El segundo es obvio, pero el primero debe serlo también. Hay que estar preparado para estar diez horas -como mínimo- encima de la bici, y eso se dice pronto, pero luego hay que estarlas, y aquí es importante hasta el entrenamiento del culo, que es el que sufre el sillín y la postura. No es fácil y hay que entrenar salidas largas, de horas aunque sea de paseo, pero horas y horas seguidas. Hay que buscar días.

No sé si los que dijeron apuntarse a la cita eso lo están haciendo. Aquello no será un Oronet ni un Pico del Águila, será diez veces eso, o veinte, y hay que estar preparado. La bola de Cullera no es ni una tachuela comparado con aquello, donde el tío del mazo ronda en cada revuelta. Allí vas por una carretera tranquilamente, pensando en lo que te espera, y cuando llega la primera rampa te acojonas porque justo el sufrimiento que tienes de inicio ni siquiera te lo imaginabas. Aquello es titánico, y es por eso que es una salida mítica, y un reto para todos nosotros.

Sólo es una reflexión... y un aviso a navegantes. Simplemente hay que evitar a toda costa esto:

26 marzo 2010

Dos videos, dos versiones de El Periòdic d'Andorra

Voy a colgar aquí el mismo video. Uno con una música y otro con otra. En una parece algo serio, en el otro parece que seamos unos chanchulleros. Como de periodistas se trata, con la fama que a veces eso supone, queda a la elección general uno u otro.






Para que luego se diga que la música no tiene fuerza y no dice cosas. ¡Lo dice todo!

24 marzo 2010

Ruta a pie desde Isaba (Navarra)

Isaba (Izaba en euskera) es una localidad del Valle del Roncal, en Navarra. Situada a unos 800 metros de altitud y lindante con la frontera oscense, a Dani y a mí nos proporcionó el otoño pasado una tarde de montaña, niebla, lluvia y calma propias de la época del año.

Este viaje que en principio fue por el Valle de Irati, pasó luego al del Roncal, y allá a bote pronto vimos un mapa poco después de salir del pueblo dirección Urzainqui y el mismo Roncal, que están apenas a seis kilómetros en bajada por el valle, siguiendo la carretera el camino del río Esca, como mandan los cánones. En aquel mapa, situado justo enfrente de un taller mecánico que queda a la izquierda, y en una senda que se intuye a la derecha, se marca una ruta de montaña con un GR que une Isaba con Otsagabia. Y dijimos, pues dale, hasta donde mande el 'seny'.


Apréciese en el mapa el desnivel que se sube de golpe, desde el punto uno al dos, que es lo que hicimos aproximadamente.

La ruta pasa primero por una iglesia después de una pendiente moderada y un suelo empedrado a lo calzada romana. Entre el agua y las hojas caídas, algo resbaladizo todo. Al pasar la ermita, saltando la valla y por el medio de una pequeña huerta y/o vivienda, es decir desoyendo algunas leyes del decoro social -entiéndase que no había alternativa-, se sigue la ruta marcada sin problemas, ya por una fuerte pendiente, bastante exigente.

Huelga decir que Dani 'mister competi' y yo -tal para cual- hicimos aquello al trote. La primera parte fue soportable, con Dani marcando un ritmo infernal e impensable para mi humilde corazón, pero a partir de la ermita se me empañaron las gafas -un clásico-, y de paso el resto del cuerpo, así es que manteniendo un ritmo andarín correcto ya me daba por satisfecho.



Pasamos un primer tramo de durísima pendiente siguiendo las marcas a duras penas pintadas en los troncos de los árboles, y luego aquel terreno se abrió para dejar paso a unos troncos y copas peladas, con todo el suelo cubierto de hojas, sin senda alguna salvo la intuición de las marcas a la vista. Hundíamos los pies en barro escondido bajo el manto rojizo, pero intuido en bajadas de agua de la montaña.

En un momento, entre unos matojos previos a aquel bosque aparentemente muerto, un rebaño de vacas nos cerró el paso. Después del estudio de las reses a nuestra presencia, y el nuestro a la de ellas, y vista su inmovilidad y/o pasotismo, decidimos darle al grito y liberar el paso cerrado. Muy graciosas ellas al salir despavoridas al galope durante unos metros, y al sentirse seguras parar, respirar, girar la cabeza lentamente hacia nosotros, ver que estaban fuera de peligro y... de nuevo a rumiar.

Aquella subida fue suavizando y entonces llegamos al punto final, el punto dos en el mapa, o tal vez antes. Haríamos unos tres kilómetros, más los de vuelta. El retorno fue interesante, y como prueba el video 'fliping boy' pseudo 'rocky' que grabó Dani para cachondeo general. Llegamos a Isaba de noche, después de perdernos por un momento, pero después de recuperar la ruta inicial para, previa invasión de la propiedad de nuevo en la parte de la ermita, llegar a la ducha, si es que no habíamos tenido bastante agua.


Se intuye en el video, que realmente lo pasamos en grande.

Violadores con sotana

Consabida es mi animadversión a todo lo que huele a Iglesia, en todas sus variantes y estilos, y no quisiera calentarme la boca con improperios rayanos en el insulto, pero lo cierto es que esta gente del hábito y del discurso manido tiene un problema.

Algunos de ellos, como no han hecho otra cosa en esta vida que luchar contra su instinto sexual leyendo libros de irrealidades, han dado rienda suelta a sus instintos con aquellos pobres diablos que tuvieron a su cargo. No entraré en la pregunta de a quién se le ocurre poner a sus hijos en manos de quienes no viven en este planeta, sino que plantearé la cuestión que existe en el día a día de los últimos meses por los abusos a menores en Irlanda, en Estados Unidos, o en Alemania, por irnos demasiado lejos, porque no seré yo quien dude que en el colegio mayor de al girar la esquina hay un elemento que mira a este o al otro con ojos lascivos.



Esta gente que se dedica a moldear cerebros a su antojo para beneficio de la institución que representan, y en concreto los abusadores arriba mentados, son ineludiblemente unos delincuentes que deberían estar entre rejas el resto de su vida. Allí, entre presos habituales, puede que sufrieran en sus carnes los abusos que ellos cometieron con aquellos indefensos críos que no hicieron otra cosa que tener un culo y un pene, como cualquiera.

Pero el tema queda olvidado cuando el tío de blanco se viste de gala, pone cara de pena y suelta una homilía, o lo hace él o alguno de los que le creen un dios y que lo secundan, con un supuesto cargo de 'capo di tutto' a la espalda, y entonces la opinión pública calla, y mira para otro lado porque el santísimo ha pedido perdón. Como si con la palabra se acabase todo. Pero ya lo sabemos, ellos utilizan el discurso como arma de ataque y defensa, pareciendo así pacíficos, cuando en realidad no hacen otra cosa que disparar dardos que manipulan a quien los escucha, y matar de paso a millones de personas, pero por lo bajini, con su cultura del diabólico condón y su gran mentalidad prosida. Tal vez por ello, personalmente, cambio de canal o de emisora, y paso automáticamente la página del periódico de turno que dice que el títere blanco dice o hace qué.

23 marzo 2010

Óscar, Rafa y compañía: batalla segura (y 2)

Jueves 18 de marzo. En la víspera de la 'cremà', a las ocho de la mañana estábamos listos Jordi, Vanessa, Óscar, Luis Cortés y yo. Raúl, ausente por tener un problema con las sábanas, se añadiría después, pero ya demasiado tarde. En el camino nos encontramos a tres conocidos de Luis, a los cuales llamaremos a uno el señor Durodepelar -62 años y una supuesta, y cierta, gran capacidad física, ¡menuda patata más en forma tiene ese hombre por corazón!-, el señor Bala -uno que resultó inalcanzable- y el señor Callado -el tercero en discordia, más conservador-. A todos estos, se añadió en la ida un nutrido grupo de unos veinte amantes del ciclismo, de edades y sexos diferentes.

Hasta el cruce con Marines Nuevo fuimos todos al galope, y a partir de ahí el nutrido grupo se desvió hacia Llíria, mientras que el resto seguimos hacia Olocau. En Olocau, hubo parada técnica de reagrupamiento, y Vanessa y Jordi decidieron darnos vía libre y subir a su ritmo (luego darían marcha atrás y no los volveríamos a ver, una pena).



Al dejar Olocau, las cornetas empezaron a sonar, y mientras lo hacían las voces callaban, las respiraciones se alteraban, y los pulsómetros empezaban a subir. Sentí entonces que el peso de la subida iba a ser mío, lo cogí y decidí jugármela con el cambio de ritmo que hago siempre en el primer falso llano, es decir, meter plato, bajar piñones y poner a todos en fila.

La oruga llevaba su camino, y pese a que nadie daba un relevo, tampoco me importó. Me encanta ese tramo y me encanta saber que Luis Cortés sabe que me encanta, y que ahí se va a romper todo. Aumenté el ritmo antes de la primera curva a la izquierda, regulé en la siguiente recta y, en la segunda curva a la derecha, justo cuando baja un pelín para luego empezar a subir y descuajaringar el grupo, me levanté de la bici, baje dos piñones, y empezó a caer el personal.



Óscar fue de los primeros y eso me sorprendió. No esperaba que cediese, y menos que cediese tan pronto, pero cierta es su inactividad, y al final de semana lo notó en exceso. Nos quedamos en un pequeño grupo Luís, el señor Durodepelar, el señor Bala, el señor Callado y yo. Entonces fue cuando me giré, vi que no estaba Óscar y mostré mi sorpresa: "¿Y Óscar?", dije. "Si queréis lo esperamos", contestó alguien. "Yo a Óscar no lo espero", solté de mi boca.

Entre ese grupo yo tiraba y tiraba y seguía sin recibir relevos, hasta que el señor Durodepelar -recuerdo: 62 años-, me pasó por la izquierda como un poseso, bajando piñones y justo al coronar uno de los repechos. Tuve que lanzar un ataque y un grito para alcanzar su rueda.

Nos quedamos él y yo solos, y entonces se puso a rueda. Yo seguí mi ritmo y vi que nos íbamos solos, y entonces al rato nos dimos cuenta de que el señor Bala estaba con nosotros. "¿Te has recuperado?", le dije. "Un poquillo", contestó. No me gustó el tono de voz, muy calmado, muy pausado, y entonces vino la realidad. El señor Bala tenía para todos: arrancó de golpe con una velocidad inalcanzable, y entonces me di cuenta de que su 'recuperación' no era real, sino que él venía de acompañar un rato a su amigo el señor Callado, el cual se había quedado por detrás. En la cima, me confirmó todo esto.

Entonces mi único objetivo era deshacerme del señor Durodepelar. Puse un ritmo un pelín más alto, forzando tal vez en exceso a veces con el plato, pasando por Marines Viejo a 27 por hora, cosa que no recuerdo haber hecho nunca, y apretando los dientes. Como era lógico, aunque solo fuera por edad, el señor Durodepelar dijo algo que no entendí y dejó de soplarme en el cogote.

De ahí para arriba abrí todo el hueco que pude, ya sin ni siquiera ver al señor Bala por delante ni al señor Durodepelar por detrás. Coroné a unos dos minutos del señor Bala, que bajaba sonriendo, pícaro él, dejando a Óscar, que era lo importante, a más de seis minutos. Creo que el total de la subida fueron 38 minutos en esos 15 kilómetros.

Luego fue cuando en la bajada, casi en Bétera encontramos a Raúl Panorámix. Luís y Óscar continuaron hacia Valencia, y yo acompañé a nuestro 'pro' por Canteras y a hacer el test, su test, del Oronet. Rebajó su mejor tiempo de 10min 11s a 9min 53s. Yo le dije que le intentaría lanzar lo que pudiera, pero lo cierto es que llevaba 90 kilómetros y demasiado tute en la semana acumulado como para pretender hacer tal cosa. Me dejó rápido en las mismas rampas de Serra, y yo no pude bajar de 11min 40s. Pero almorzamos en Náquera un litro de Coca-Cola, un plátano y algo de bollería industrial, y eso estuvo bien.



Quedamos que, a la próxima, sus sábanas le darán una tregua, y entonces nos enseñará sus garras, haya o no señor Bala. ¡Qué pique más bonito hubiera sido ese!

20 marzo 2010

Entre jubilados y turistas, camino de Guadalest



El miércoles 17 hubo cicloturismo puro y duro. Patxi y yo salimos de Altea y fuimos hacia Callosa d’en Sarrià, Guadalest y Confrides, y volvimos por el mismo sitio. Es una carretera fantástica, llena de cicloturistas sobre todo ingleses, alemanes, noruegos, holandeses, todos jubilados centroeuropeos que hace años establecieron su residencia en la comarca de la Marina, uno de los lugares de Alicante donde existe el pentalingüismo (inglés, alemán, francés, valenciano y castellano).

La ida es siempre subiendo, y por tanto la vuelta un largo descenso. Fuimos con calma, hablando como siempre como tomando el café, como nos gusta. Paramos en Guadalest después de disfrutar de las vistas que nos ofrece el valle en su ascensión, primero con los campos de nísperos cubiertos por las mallas, luego con los olivos, más tarde con los almendros en flor, tan bellos como están en estas fechas en que se abren sus brotes esperando la primavera que hoy ha llegado en algunos sitios con más calor que en otros.



En Guadalest nos descalzamos, subimos con las bicis y las zapatillas en mano por sus calles empedradas entre turistas de todos los lugares del mundo, los cuales ceden ante la belleza de aquel pantano de allá abajo, con su color verde tan claro, con aquella luz del sol alicantino, y con sus pequeñas tiendas, callejuelas, recovecos, museos de miniaturas curiosas (una Estatua de la Libertad pintada en un alfiler, la Torre Eiffel en un grano de arroz…), con su escuela en el centro de la plaza del pueblo donde las vistas son más agradecidas, mezclando el ambiente rural del oriundo con el olor a turista forastero, todo en armonía.



En aquella plazuela hermosa donde mi padre se echó una siesta mítica hace más de veinte años, cuando por primera vez él y mi madre nos acercaron a ese lugar, allí estuvimos Patxi y yo observando. Después de aquella calma, retomamos el camino hacia Confrides, puerto arriba, pasamos aquel pueblo donde está el restaurante y pensión El Pirineo (curioso cuanto menos) y subimos hasta que la carretera decide bajar hacia Alcoi, y entonces, después de unos 45 kilómetros de hermoso paseo hacia arriba, nos dimos la vuelta con solo el esfuerzo de soltar el freno y sortear curvas con placer, dando pequeños sorbos de agua, escuchando a las chicharras y oliendo a pino mediterráneo. Hasta casa. Después de 90 kilómetros de puro cicloturismo.

19 marzo 2010

Óscar, Rafa y compañía: batalla segura (1)

El pasado martes 16, despues de pedalear también el día anterior con Luis en nuestra cita semanal obligada, salimos Ángel Puente, Óscar y yo. Hicimos Valencia-Oronet-Soneja-Altura-Pico de l'Águila-Gátova-Olocau-Valencia. 125 kilómetros.

La ida muy tranquila, con los tres juntos subiendo y hablando en la ascensión al Oronet. El descenso frío, aunque superable. Luego enfilamos por la vía de servicio y en Soneja, con día de mercado incluido, nos tomamos una empanadilla Ángel y yo, y una Coca-Cola entre los tres. ¡Para qué más! Llenamos agua y afilamos los cuchillos. Al salir de Segorbe y luego de Altura, empezó la fiesta.


Óscar, sonriente pese al tute, al llegar a la cima. Aún quedaría la bajada.

En la primera rampa del Pico en la que ya hay que quitar el plato, se movió el manzano. Yo no confiaba en una subida a hachazos porque en la salida del lunes me vi sin chispa, así es que decidí dar el palo de inicio. Dos piñones para abajo y demarraje lejano. La idea era coger ventaja y amarrarme a mis posibilidades para mantener las distancias en la parte dura. Por detrás, Óscar y Ángel se aliaron y a relevos fueron recortando, pero tiré de rabia metiendo plato en algunos tramos y poniéndome en otros a 38 por hora para que no me cogieran. Cuando empezaron las rampas duras, vi que Óscar descolgaba a Ángel, y entonces supe que ese suizo de adopción iba a vender cara su piel.


Ángel, justo en el momento de coronar el Pico, el pasado martes.

Tuve un par de tramos de crisis, bajando a 14,5 por hora, pero pensaba que si me mantenía por encima de los 15 o 16 por hora y no metía el 27, Óscar no me cogería. Él, perro viejo donde los haya, me tenía a la vista en cada revuelta. Luego me dijo que ese era su objetivo, porque así yo podría caer en cualquier momento. De hecho estuve a punto, pero la distancia del puerto no lo permitió, y coroné dejándome la patata allí, mirando para atrás cada dos por tres. Al final Oscar tiró la toalla cuando vio que no le daba tiempo a recortar, aunque yo nunca me fío de este tío... jajaja

La vuelta fue aún peor. Nada más llegar a la vía de servicio que une Olocau con Bétera, reconozco que se me fue la cabeza y en pleno llano pegué otro palo (no recuerdo haberlo hecho nunca en ese terreno). No confiaba nada en mí porque no sé llanear, pero Óscar se me pegó a rueda y cogimos unos metros. "Relevos cortos", le dije, y entonces mantuvimos un rato el ritmo y la distancia. Pero detrás venía una locomotora amigo de Jose (ambos se nos unieron en el descenso del puerto), y los tres nos cazaron. En cuanto agrupamos, fue una locura. Hachazo aquí y allá, yéndose la locomotora, luego Óscar, luego yo. Ángel dio un relevo y no pudo más, y a mí me daban calambres en los gemelos cada vez que bajaba un piñón, me agarraba a la parte de abajo del manillar y saltaba, pero me lo estaba pasando en grande pese a ir al límite (pese a ello o precisamente por ello, no sé...).

Nos reagrupamos envainando espadas poco antes de llegar a Bétera, con un calentón de muy señor mío. Desde Bétera, vuelta calmada a casa para asimilar el tute, comentando la batalla. Una de esas que nos permiten, pese a las distancias que nos separan en el día a día, mantenernos bien cerca de nuestra afición.

14 marzo 2010

La evolución


Hace un par de años tuvo que pararse antes de bajar aquella pista. Resbaló y cayó, y entonces todo se hizo negro. Desde entonces, ha ido a su ritmo, con altibajos, un día bien y otro no, dependiendo todo de las sensaciones de la primera bajada del día.

El sábado, de nuevo en aquella pista, antes de la pala grande que enfila hacia abajo en fuerte pendiente, empecé a frenar y ella gritó a mi lado "¡no pares!", y entonces la vi al lado y me dije, pues nada, seguimos, y entonces inconscientemente hice un recto. Un recto rápido y sin curveo, y me planté abajo habiendo cogido mucha velocidad, aprovechando que en aquel momento nadie esquiaba por allí. Al segundo de detenerme, ella derrapó a mi lado, sonriendo. La pista ya era suya.

08 marzo 2010

Empieza el festival

Ya estamos de vuelta. He estrujado los días festivos como nunca, y no he tenido sobrecarga, pese al gran esfuerzo, lo cual quiero pensar que es gracias al rodillo de días anteriores. Ayer, sin embargo, si bien a las 21.50 entrábamos por la puerta de casa, antes de las 22.30 ya estaba durmiendo. Me he levantado casi doce horas después, con lo cual ya estoy recuperado.

La semana se ha cerrado con 360 kilómetros, 515 si sumamos los del sábado y domingo anterior.


Sábado 27: Salida desde Encamp a Alàs y volver. Un clásico de 60 km.

Domingo 28:
Salida desde Santa Coloma (Andorra) hasta Organyà, 95 km de ritmo majo y cadencia, sin malgastar sabiendo lo que había por delante a partir del lunes.

Lunes 1:
Salida con Luis al Oronet, 70 km. Pique en la subida, donde me costó soltarlo de rueda. Ya notaba el acumulado del fin de semana. Una tarde, como siempre, de placer con el Lucchino. De las miles de veces que hemos subido él y yo ese puerto, y nunca nos habíamos retratado allí. Aunque sea con 15 años de retraso, ahí queda la estampa.




Martes 2: Descanso, en gran parte porque llovió todo el día.

Miércoles 3: Estaba previsto salir con Luis y Alberto por Oliva, pero al final no se pudo porque amaneció lloviendo. Al mediodía salió el sol, y entonces salí yo solo de Benigànim hacia Alfarrasí, luego Aielo de Malferit, y aquí iniciar el ascenso a la primera subida que lleva al pie del Portitxol por detrás, para coronarlo después y hacer el descenso -mi bajada preferida, pero con viento y algún bandazo peligroso, con lo que no hubo disfrute sino control y tensión-, llegar a Ontinyent y volver por la general, con viento de culo y plato grande, disfrutando, a Benigànim. Creo que 70 km.


Cerca del cruce con el Portitxol, al salir de Aielo de Malferit, con la carretera que serpentea por abajo.


Justo antes de iniciar la subida desde Aielo, con el sol alumbrando y calentando.


El descenso del Portitxol, con Ontinyent al fondo. Es tan fantástico bajarlo que es el único puerto en el que me he cronometrado bajando.

Jueves 3: Salida con Paco y Jonatan, al cual conocí en ese momento, con la mountain bike. Por el río de Valencia, por una pista nueva que han hecho que conecta el nuevo cauce con el viejo, atraviesa la autopista por una pasarela de madera, y nos lleva, más o menos bien indicado, a Riba-roja del Túria. Una salida que sin duda hará que aumente la afición por la bicicleta en Valencia, con excursiones familiares dada su belleza, su tranquilidad y su facilidad en todo momento. Lo más destacado, el gran caudal de agua que llevaba el Túria. El hilillo habitual cerca de la ciudad era ese día un Amazonas al límite del desborde. Una belleza ver aquello tan cerca de la urbe, en la misma acequia de Mestalla y todo su entorno. Fantástica salida, con merendola en un horno de Riba-roja. Llegamos de noche y nos cruzamos con los triatletas de la Univeritat de València al trote... ¡menudo ritmazo llevaban mis ex-compis! Al final, 55 km.


De izquierda a derecha, Paco, Rafa y Jonatan, en uno de los puentes que cruzan el Túria.


Jonatan hace una foto mientras Paco observa, en uno de los puentes, con el agua abajo revolucionada.


Uno de los puentes de madera que sobrevuelan el Túria.

Viernes 5: Salida a Olocau con Gonzalo. Salida de reencuentro con otra de las personas que se ha reenganchado al ciclismo. Día gris pero con la lluvia aguantando. Empezó a llover justo al salir de la ducha. Cuestión de suerte. 65 km.

Sábado 6: Las posibilidades de éxito de la convocatoria de este sábado se fueron reduciendo conforme iba avanzando la semana, pero los del tiempo se equivocaron. La incesante lluvia del viernes y las previsiones más que adversas anularon las esperanzas, y al final de los más de diez previstos, acudimos a la cita cuatro, los cuatro conscientes del riesgo de volver a casa hechos una sopa. Paco, Gonzalo, Luis Cortés y yo jugamos nuestras cartas y ganamos. Salió hasta el sol. Fuimos al Pico del Águila como estaba previsto, con una ascensión bonita como siempre pero con viento en contra que la dificultó. Almorzamos de bar en Gátova y volvimos a casa más contentos que unas castañuelas. 100 km.


Paco, coronando el Pico del Águila, llamado oficialmente puerto de Chirivilla.

Domingo 7: Se anuló todo porque llovió. Esta vez la apuesta no me salió bien. Tenía la opción del paseo por Portaceli a pie con mis amigos de Valencia, pero me levanté a las 6.30 para irme a Ontinyent y hacer mountain bike con los de allí. En el punto de encuentro, a las 8.30, estaba yo sólo y cuatro de otro grupo que sí salieron. Estaba tan cansado que sólo pensé, directamente, en el almuerzo. Jordi, Manu y Rafa me acompañaron. De ahí, vuelta a Andorra.

Lunes 8: Para entender el por qué del abuso de bici durante la semana de vacaciones, dejo en el siguiente video una especie de explicación. El vídeo está hecho nada más levantar la persiana de casa, hoy, día de vuelta al trabajo.

04 marzo 2010

La nueva redacción


La nueva redacción, en su primer día y cerca de la hora del cierre.

El Periòdic d'Andorra ha cambiado de ubicación. Los despachos viejos del edificio de Caldea, que por muy curioso que sea el escenario, estaba lleno de goteras, han pasado a ser cosa del pasado. Diez años después de que se instalase allí la redacción del periódico, hoy ya no existe.


La antigua, con las últimas mesas habilitadas en el último día antes del cambio.

Una de las cosas que más me sorprendió de aquella redacción la primera vez que entré fue que las pantallas de los ordenadores eran de tubo. Hacía años que pensaba que eso ya ni existía salvo en los ordenadores domésticos, pero con ellas hemos seguido al pie del cañón, quedándonos un poquito más ciegos, durante dos años y medio más.


El payaso habitual, en uno de los primeros días en El Periòdic d'Andorra, hace más de dos años.

Mi sorpresa inicial fue costumbre después, y hoy es cambio radical con los mismos ordenadores, pero con pantallas planas, en un edificio decentemente nuevo, muy señor y realmente tranquilo, sin el ir y venir del turismo que aglutina Caldea, el cual, bien mirado, tampoco era una molestia, sino una de sus peculiaridades.

Hoy estamos todos los redactores mejor conectados, más cerca, el ambiente es el de una redacción seria, la verdad, y en cierta manera da gusto trabajar allí. Los cambios no siempre son necesariamente a mejor, pero es justo reconocer que, en este caso, sí lo han sido, y por tanto agradecer los esfuerzos, a quien corresponda. Eso sí, si antes teníamos Andorra a la vista, hoy tenemos el hospital, y el cielo cuesta verlo, allá arriba, girando el cuello en difícil gesto. Pero está.

02 marzo 2010

Iñaki Ochoa de Olza

"Iñaki Ochoa de Olza (Pamplona, Navarra, 29 de mayo de 1967 - Annapurna, Nepal, 23 de mayo de 2008) fue un montañero español y guía de alta montaña que protagonizó más de 200 expediciones al Himalaya, escalando 15 ochomiles a lo largo de dichas expediciones.

Falleció el 23 de mayo de 2008, durante la ascensión al Annapurna, donde sufrió daños cerebrales y un edema pulmonar que le provocaron una pérdida del conocimiento y, finalmente, la muerte. Su cuerpo se encuentra en dicha montaña a 7.400 metros de altura por expreso deseo de su familia tras su fallecimiento".

Texto: wikipedia

Aquí añado un extracto del video que emitió Informe Robinson, en Canal+, sobre lo que allí ocurrió. El video entero son 22 minutos. El extracto unos ocho. Abajo está el enlace para el video al completo.



http://www.elpais.com/articulo/deportes/Gladiator/Inaki/Ochoa/elpepudep/20100228elpepudep_38/Tes

Tenía 40 años.